8 días a todo gas por el desierto del Sáhara
Un buen punto de partida
“Una aventura que recomiendo. Por eso, yo la repito siempre que puedo”. Este apunte es un buen comienzo. Es de Dídac Lee, un aventurero con quien daremos gas en esta aventura por el desierto de Marruecos.
Una aventura de motor off-road que engancha
"Es una experiencia única para los amantes de la aventura, y del motor con las sensaciones de una competición y de hacer un turismo distinto al convencional, ya que te permite ir a lugares muy poco accesibles”. Mientras lo relata, Dídac transmite esa emoción de la que habla. La tiene presente. Aún la siente. “Es una experiencia apasionante, llena de color, sensaciones, contrastes y sorpresas”.
Descripción de la ruta
Entre ruta y desplazamientos -en este caso desde Barcelona- la aventura es de 8 días. Dídac no pretende participar en una demodé qué puede hacerse a motor en un desierto. Busca un completo, un experimentar, un ponerse a prueba.
Briefing y puesta a punto
Nos saltamos los previos (traslados, aeropuertos, tránfers…). Ya estamos en Errachidia, ciudad de salida.
Primer campo base: el hotel donde se informa, pregunta, comparte y se empieza a sonreír. Fuera, ya están a punto los vehículos. Han viajado en camión y ahí están, tan dispuestos como los aventureros. La organización lo tiene todo a punto. No falta detalle (https://sportaction.store).
Ruta circular con un total de 6 etapas
Errachidia – Erfoud - Merzouga – Ouzina – Ramlia – Merzouga – Erfoud.
Las etapas serán de unos 160 - 180Kms de conducción. D. Lee afina: “70% por la mañana y 30% después de comer”.
10 vehículos con 18 personas.
Las comidas se harán en restaurantes o casas “muy auténticas”, adelanta Dídac, “donde interactuaremos con la gente del país y compartiremos buenos momentos”. Adelantar sensaciones es lo que nos permite este modelo flashback de relato. Nuestro protagonista ya lo sabe, pero lo dosifica. Eso ya vendrá. Podemos avanzar que el ritmo de la aventura contrastará con el de las gentes del lugar.
¿Todo en orden?
Casi, porque falta saber algo clave: el personal de la organización (https://sportaction.store) irá con vehículos de seguimiento, asistencia y transporte de equipaje. Estarán siempre pendientes de lo que pudiese pasar. Por tanto, la caravana se completa con 4 vehículos y 4 personas más.
Dídac: “La ruta es dura. El desierto siempre sorprende con situaciones inesperadas…”. Ésta es la primera mención a la que será una constante de la experiencia: cuando estemos en marcha, alertas activadas.
Ahora, relax y preparación mental y emocional.
D.L. “Tú le pones el límite al reto, la organización te ayudará a conseguirlo. Cada uno a su ritmo y actuando según sus posibilidades” (…) “El calor, el polvo, el miedo a perderte, a tener una avería mecánica no solucionable…”. Repite: “El desierto es duro”, y añade: “Te encontrarás en medio de la nada e incidentes siempre los hay. Pero, ¡esto forma parte de la aventura! Mañana, ¡en marcha!”
¿Listos?, ¡Ya!
Sonido de motor. Saludos al grupo a pequeños golpes de gas. Pruebas para establecer complicidad con el vehículo (¡importante!). Éste es un Side by Side (Buggy). Un off-road ligero. “Actualmente, este tipo de vehículo cuenta con grandes prestaciones y éste es el caso. El Buggy con el que llevamos a cabo la aventura es capaz de superar la mayoría de los obstáculos con la máxima seguridad, fiabilidad y facilidad”.
Arena y velocidad
Son la base de la aventura, pero solo la base. A ellos, se sumarán mucho más.
“A medida que avanzas”, nos cuenta Dídac, “el contraste de paisajes resulta más y más impresionante. Colores, variedad de terrenos... Todo, vivido en pocos minutos”. Es lo que tiene no parar de dar gas y avanzar, avanzar y avanzar.
D. L. “Pasas de un desierto que es de piedras, porque el viento se ha llevado la arena y solo ha dejado los cantos rodados, al de una insólita arena rojiza, de los marrones al polvo…”. Y de la tranquilidad a la tensión.
¡Cuidado! ¿Fech-fech? Pues, ¡gas a tope!
El fech-fech es, primero de todo, una de las temibles sorpresas de las dunas del desierto. Forma parte de la aventura. Consiste en una fina corta de arena, casi imperceptible a la vista, que esconde arcilla y caliza tan pulverizada que sus partículas están totalmente disgregadas y es del todo inconsistente. El suelo está descompuesto "y se te hunde bajo el Buggy" (Dídac Lee). Los expertos dicen que hay que superarlo a todo gas y la resultante, aparte del sobresalto, será solo una impresionante nube de polvo que enarenará, aún más, el vehículo y conductor.
Oasis. Cambio de ritmo
Una de las cosas que pasan es que “en cuestión de minutos, sales de una duna y te encuentras con el verde de un oasis majestuoso de palmeras. Mucha vegetación condensada” (D.L.). Paramos y admiramos. El contraste no es solo el del paisaje. Lo provoca también el cambio de ritmo, que alterna velocidad y calma. Y, si es un oasis, sequedad con humedad.
En el oasis, pausadamente, el viajero se deja impregnar por la belleza quieta.
Se nos ocurre un “uaaau”. Es lo que nos transmite el relato de Dídac. Sabemos que, en este caso, no es un espejismo, esa ilusión óptica que puede provocar el fuerte calor del desierto. La caravana de Buggies junto al oasis nos constata que es real. La definición de Dídac se ajusta perfectamente a la del diccionario porque un “oasis”, para ambos, es la palabra que denomina refugio, lugar de descanso, belleza, paz, tranquilidad y sosiego.
Un oasis se genera por las aguas que emergen del subsuelo. Son aguas que se infiltraron hasta topar con una capa impermeable -en este caso de arcilla o caliza- y que circulan invisibles, salvo aquí, en los oasis, donde brotan en forma de lago o fuente y dan pie a la existencia de esas bellas palmeras con excelentes frutos como el dátil. Momento de dulzor.
¿Hasta aquí, todo ok?
Sí, todo correcto. D. Lee: "Una mínima experiencia, una buena dosis de sensatez y tener claro que hay que seguir las instrucciones de los organizadores hacen que todo transcurra sin problema".
Algunos Imprescindibles
Los aventureros llevan un GPS con los tracks y waypoints en el roadbook de la organización; material de rescate; un Jerrycan con 10 litros de gasolina; agua y una emisora para comunicarse.
Éstos son los básicos y mínimos, pero -en este sentido- como cada uno es dueño de diseñar la experiencia a su gusto: “En mi caso”, nos dice Dídac, “mis imprescindibles son también: cámaras de fotos, teléfono y mil gadgets. Una infinidad de artilugios que intento utilizar”.
Otro imprescindible, en este caso también de Dídac, es tomar constantemente el pulso a la situación y al contexto, ser consciente de lo que está viviendo. “Siento una tranquilidad y una paz impresionantes. La belleza de la soledad y el silencio. Cada año, intento ir una vez al desierto como una especie de terapia personal, ideal para desconectar y encontrarse a uno mismo”, D.Lee. Seguimos.
“¡No todo es gas y kilómetros!
La aventura comporta mucho más que dar gas y consumir distancias.
Encuentro cultural. La palabra “encuentro” la tomamos de Dídac. Podría haber dicho “choque cultural”, pero no. Para él, el nombre es “encuentro…”. Observación, empatía y convivencia. Satisfacción.
D.L. “Nos encontramos con una cultura totalmente distinta a la nuestra, pero completamente tolerante y 100% servicial”. La hospitalidad de estos pueblos, originariamente nómadas, fomenta interacción. “A veces, compartiendo espacio en sus casas de adobe, mientras se come, o mientras se charla saboreando un té con menta; o en torno a la típica Chicha de la zona. Es muy agradable”.
La gran duna de Erg Chebbi, el motivo “top” de esta aventura
Bajo los motivos de la elección de esta aventura está poder subir a la gran duna de Erg Chebbi. “Es impresionante. La sensación que provoca el estar envuelto por tranquilidad, silencio y arena ante una puesta de sol es…”. (Sin palabras).
Dídac nos cuenta que ya hace tiempo que perseguía vivir este mosaico de sensaciones. “Hace unos años”, explica, “mientras me estaba preparando para hacer la ruta por primera vez, sufrí una serio accidente en quad -casi me mato…-. El quad quedó destrozado. Sonríe y prosigue: “lo más normal hubiera sido dejarlo, pero mi sueño era poder subir a esta gran duna”. Erg Chebbi era su reto.
“Una vez subes, la vista que tienes y la sensación de satisfacción son indescriptibles”. Reto conseguido y, por su rotundidad, creemos que le ha valido la pena.
La preferida de Dídac, la gran duna Chebbi, está en torno a los 200 m de altura. Es la más alta del desierto de Merzouga, a las puertas del Sáhara.
El impacto silencioso del color
Los colores en esta zona son mágicos. Están llenos de fuerza. Impactan. Nada les quita protagonismo. No hay ruido. Junto con el silencio, el color llena el inmenso espacio.
Se nos ha hecho difícil elegir el momento de la toma fotográfica que pondremos a continuación porque, tratándose de color, la variedad de registros es muy amplia (y las fotografías de Dídac muy buenas…). Nos atrae el “entre liláceo y rosa pálido” del amanecer, el amarillo intenso del mediodía, el naranja de media tarde y también el rojizo inflamado de la puesta de sol.
No hay contaminación lumínica y, por la noche, “el cielo es increíblemente negro y está lleno de millones de estrellas que iluminan las dunas”. (D.L.). Las estrellas las “azulean”. Un baño de color.
Salpicado de escenarios
La cárcel portuguesa. A unos 5 km de la población de Rissani se halla esta sorpresa imponente: un monte de piedra que emerge en la llanura. El porqué de su nombre, cárcel portuguesa, se desconoce. Es uno de los lugares más impresionantes del sur de Marruecos.
Una vez arriba, estás en un mirador, con el desierto a tus pies y es fácil imaginar porqué este paisaje ha sido tantas veces escenario cinematográfico. En él se rodaron películas como “La momia”.
En cuanto a Historia, lo que hay que imaginar son caravanas de esclavos procedentes del África negra que, por estos valles, se dirigían a ser vendidos a los portugueses.
Errachidia. Al pie de la cordillera del Atlas, a 1.100 msm.
Erfoud. Antiguo punto de llegada a Marruecos de las caravanas transaharianas. Contiene el oasis de Tafilalet. Parece ser que es el mayor palmeral del mundo, con unas 800.000 palmeras datileras. Es el último gran oasis antes del desierto y las inmensas extensiones de arena del Sáhara.
Merzouga. Pleno desierto. Las más enormes y fabulosas dunas. De pronto, detrás de una de ellas, avistas un lago: el Dayet Srji. Está lleno de zancudas plantadas en el agua, lo sobrevuelan tórtolas y lavanderas; mientras, las cigüeñas, simplemente, planean. En pleno desierto, uno de los ecosistemas más ricos de Marruecos.
Ouzina. Vegetación, dunas naranjas y montañas negras. En la base de las dunas de Ouzina se han asentado una serie de pueblos, que siguen conservando las tradiciones ancestrales del desierto del Sáhara.
Gastronomía, un capítulo aparte
La oferta gastronómica es la muestra de lo que se “puede” cultivar junto a un oasis y las carnes de los rebaños, pollos, gallinas…; combinada con el saber hacer tradicional y los requerimientos climáticos. Hierbas aromáticas, lo picante y lo dulce. ¿Los platos? A cuál más interesante, a cuál más delicioso y, en el caso de esta aventura, a cuál más reconfortante y reponedor de fuerzas.
Final de la aventura
Llegamos al final de trayecto. Hemos completado el círculo, a base de contarlo por orden de impacto al aventurero. Como cada día, al finalizar la etapa, hay que dejar el Buggy con el filtro limpio, revisar niveles de aceite, advertir a la organización de cualquier necesidad mecánica... En fin, todo a punto.
También, como cada día, una buena ducha, refresco, relax, revivir y compartir vivencias de la jornada con los compañeros. Pero hoy, sin briefing para el día siguiente. Es día de repaso a toda la experiencia. ¿Repetible? Por supuesto. La respuesta es unánime.