Whittier, la ciudad de Alaska donde todos los ciudadanos viven en un mismo edificio
En el sur de Alaska, a orillas del golfo de Alaska, se encuentra Whittier, una pequeña ciudad que ha captado la atención mundial por su peculiar forma de vida.

En Whittier, unas 272 personas, según el censo de 2020, viven todas en un mismo edificio, conocido como Begich Towers.
Esta curiosa disposición ha convertido a Whittier en un ejemplo único de adaptación y comunidad en uno de los entornos más remotos y desafiantes del planeta.
Begich Towers, una estructura de 14 pisos, alberga todo lo necesario para la vida cotidiana de los habitantes de Whittier.
Este edificio multifuncional incluye viviendas, tiendas, oficinas, una escuela, un hospital, y más. Incluso servicios esenciales como la oficina del alcalde, la comisaría de policía, una iglesia, y una oficina de correos están bajo el mismo techo.
La conexión subterránea del edificio con el resto de la ciudad a través de un túnel permite a los residentes moverse con facilidad, incluso en las condiciones meteorológicas más adversas que caracterizan a la región.
La decisión de construir un edificio tan grande en Whittier se tomó en la década de 1950, cuando la ciudad se convirtió en un importante centro de transporte y logística militar.
Inicialmente conocido como Camp Sullivan, Whittier fue establecido como una instalación militar durante la Segunda Guerra Mundial. Begich Towers, junto con el túnel de Whittier, se construyó para alojar a los trabajadores encargados de estas instalaciones estratégicas.
Tras la guerra y el cierre de las instalaciones militares en 1960, el edificio fue transformado en un complejo residencial y comunitario, permitiendo a la población local adaptarse al duro clima alaskense.
Vivir juntos y revueltos es la filosofía de Whittier. Los residentes comparten pasillos, ascensores y espacios comunes, creando una comunidad unida donde la convivencia se convierte en una parte esencial de la vida cotidiana.
Este estilo de vida ha fomentado una red social estrecha y solidaria, donde todos se conocen y las relaciones personales son profundas y significativas.
La conveniencia es un factor clave en este edificio único. Con la mayoría de los servicios esenciales ubicados en un solo lugar, los residentes de Whittier disfrutan de una simplicidad y eficiencia en la organización de su vida diaria que es rara en otros lugares.
El colegio, aunque no se encuentra propiamente dentro de las instalaciones de Begich Towers, está conectado al edificio por un túnel subterráneo que permite a los niños acudir a clases sin exponerse al frío extremo del exterior.
A pesar de su singularidad, Whittier no está exenta de desafíos. El aislamiento geográfico, especialmente durante los crudos inviernos, puede generar una sensación de claustrofobia y limitaciones en el acceso a recursos externos.
Sin embargo, la comunidad ha aprendido a enfrentar estos desafíos juntos, fortaleciendo los lazos que los unen y desarrollando un sentido de resiliencia compartida.
La vida en Whittier es un ejercicio diario de proximidad y colaboración. Los residentes han aprendido a vivir en armonía y a aprovechar al máximo los recursos disponibles dentro de su "ciudad vertical".
La peculiar estructura social y arquitectónica de Begich Towers no solo es un testimonio de la capacidad humana para adaptarse, sino también un símbolo de la innovación y la solidaridad en un entorno aparentemente inhóspito.
Whittier, con su impresionante paisaje alaskense y su peculiar forma de vida, ha despertado un creciente interés turístico.
Visitantes de todo el mundo llegan a esta ciudad para experimentar de primera mano cómo es vivir en una comunidad tan estrechamente unida.
La fascinación por Whittier radica no solo en su singularidad arquitectónica, sino también en la historia de adaptación y la fuerte cohesión social de sus habitantes.