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El “Mini” que conquistó la Antártida

Dom, 09/05/2021 - 07:08
El “Mini” que conquistó la Antártida
El Mini-Trac llegó al Polo Sur en 1965, dando un toque de color y elegancia a un territorio en blanco y negro.
Tras el fracaso del Beetle en el Polo Sur, "The Mini-Trac: Antartica’s Weirdest Tracked Vehicle” permite conocer en profundidad la historia de este Mini único e irrepetible

Cuando el Mini de primera generación llegó a la escena automovilística en la década de 1960, rápidamente se convirtió en un vehículo increíblemente popular. Luego, con el paso del tiempo, se ha vuelto icónico, como ha sucedido con otros modelos como el escarabajo (beetle).

Al igual que sucedió con “herbie”, el Mini fue sometido a todo tipo de pruebas y aventuras e incluso pasó al celuloide con The Italian Job (1969). De entre todas sus versiones, en 1965, llegó una de las menos conocidas y curiosas, denominada Mini-Trac.

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Eran tiempos en los cuales se vivió una importante carrera de expediciones en la Antártida, que llevó a muchos países a mandar allí a sus investigadores. Para poder llevar a cabo estas expediciones con éxito también hubo una carrera por la producción de vehículos que facilitaran la movilidad en ese arduo y gélido territorio.

Desde Volkswagen Australia, entre 1962 y 1963, se enviaron beetles a las expediciones junto a una potente campaña de marketing con el eslogan: “Primer coche en la Antártida”. 

beetle

Los escarabajos fueron utilizados en las inmediaciones de las estaciones, pero sus condiciones no eran adecuadas para la movilidad en esos terrenos.

Tras esta experiencia no del todo satisfactoria se pensó en otra solución. Tenía que ser una opción parecida al Beetle pero con una mayor capacidad para salir del asfalto. 

Y entonces empezó la historia del Mini-Trac, también en Australia y con Terry O'Hare, un nombre que puede sonar familiar para los fanáticos incondicionales de Mad Max. 

Con sede en Melbourne, O'Hare participó en la construcción de algunas de las máquinas locas de la infame franquicia de películas, pero antes de todo eso, construyó una variedad de vehículos de pista para la Expedición Nacional de Investigación Antártica de Australia. 

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Esas creaciones tenían cuerpos personalizados y, en general, eran bastante grandes, pero O'Hare buscó una solución más pequeña y económica.

Terry fue consciente del deseo de las expediciones de tener un coche pequeño y manejable, y él vio el modelo que podía cumplir con los requisitos: el Mini Mark I.

Lanzado en 1959, el Mini se convirtió en toda una sensación a comienzos de los sesenta. Su pequeño tamaño, pero con gran espacio interior, convenció al gran público que lo compró en masa. 

A su favor jugaba también una imagen elegante y llamativa que, aún hoy, sigue cautivando allá por donde pasa.

El Mark 1 Mini que estaba invadiendo el mundo con su diseño era de tracción delantera, lo mismo que las orugas, por lo que O'Hare básicamente tiró de las ruedas y la suspensión del Mini, instaló una rueda dentada en el diferencial y la conectó a través de una cadena a un par de ruedas dentadas de transmisión. 

Se instalaron orugas de goma de 180 milímetros de ancho, utilizando ruedas Mini-spec como guías. Y así nació el Mini-Trac.

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El resto del vehículo era casi de serie, hasta los frenos de tambor traseros de Mini que se utilizan para deslizar la dirección hacia la izquierda o hacia la derecha. 

El motor original de 848 cc se cambió por otro más grande de 1.1 litros utilizado en el Morris 1100 y obviamente se agregó un calentador para la cabina. 
 
Antes de mandar el Mini de la Antártida, se hicieron una serie de pruebas en territorio australiano. Los resultados fueron muy satisfactorios. Los informes reportados lo catalogaban como “muy exitosa a pesar de problemas menores”. Su comportamiento en la nieve era el adecuado, alcanzando una velocidad de 37 kilómetros por hora.

Como no podía ser de otro modo, el Mini de la Antártida se empaquetó con envío urgente hacia el Polo Sur. 

Allí llegó en 1965, dando un toque de color y elegancia a un territorio habitado por máquinas en las que lo que menos importaba era la apariencia.

El documental “The Mini-Trac: Antartica’s Weirdest Tracked Vehicle” permite conocer en profundidad la historia de este Mini único e irrepetible. Junto con imágenes del coche moviéndose por la Antártida, también se dan pistas de dónde pueden estar ahora los tres Mini-Trac que se produjeron.

O'Hare construyó tres Minis con orugas. Solo uno de ellos se utilizó en la Antártida; más tarde se puso en uso en los Alpes victorianos de Australia y desapareció después de 1966. 

Se construyó otro para Nueva Zelanda, pero no hay rastro en papel de lo que le sucedió. 

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El tercero fue el prototipo original que finalmente se vendió a Canadá, donde pudo haber resurgido en 2009, luciendo muy modificado de su forma original. Decimos que pudo haber surgido porque no hay evidencia definitiva de sus orígenes, pero, ¿cuántos Minis de primera generación hay en el mundo con orugas en lugar de ruedas?

 

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