Gran Canaria, ¡menudo continente por descubrir!
Gran Canaria es: playas, playas y más playas. Todas distintas. Todas con atractivos especiales. Pero dicen que a las playas de Gran Canaria no les molesta que te guste la montaña porque Gran Canaria no es solo una maravilla acuática. Lo es también montañosa, y no poco. Altas cumbres, barrancos, cráteres y senderos. Flora de altura y subacuática. Una isla en pleno océano quizás aún un poco escondida, quizás aún -para muchos- por descubrir, pero calificada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera. Un recorrido por la naturaleza que promete.
A las playas de Gran Canaria no les importa que al visitante le gusten las montañas y no solo porque son un orgullo sino porque saben que, estés donde estés, las playas las percibirás. Sentirás el agua salada y el oleaje. Desde un cerro, desde un pico, ahí estarán la arena y el océano, en el paisaje. Sublime. La montaña junto al mar sabe a “especial”.
Gran Canaria combina el olor a sal con el de azufre de antiguos volcanes y el de los pinares, altas montañas con flora endémica. Una isla muy especial porque es casi imposible de imaginar. Y lo es porque imaginar “de todo” no es fácil y en Gran Canaria, el “de todo” es una característica. Es un pequeño mundo aparte.
Y descubrir Gran Canaria no es descubrir un solo destino. Es descubrir muchos. Contiene un muestrario completo de paisajes naturales. Puede que lo que visites por la mañana no tenga nada que ver con lo que conozcas por la tarde. Sus cascos antiguos contienen historia humana, pero sus montañas también. Aborígenes, piratas, moradores. Escalando o caminando sobre adoquines, todos han dejado su huella y muchos la siguen dejando.
El envoltorio es el clima. En realidad, la suma de microclimas, un regalo de los vientos alisios. También una suma de empeños: mantener vivas las tradiciones, la preservación del medio y un estilo de vida que, en la medida de lo posible, rehúye las complicaciones. Para el habitante, un lugar amado e ideal. Para el turista, también.
Roque Nublo, donde tu superas las nubes y el paisaje te supera a ti
Roque Nublo se sitúa en medio de un paisaje “lunar” y las vistas que le rodean son impresionantes. Es por eso por lo que la mirada de los visitantes, boquiabiertos, no para de explorar.
- ¿Cómo llegar?
Hay que ir a Tejeda, un pequeño pueblo situado a 44 km de Las Palmas de Gran Canaria, la capital de la isla.
En coche, se tarda aproximadamente una hora en llegar. La carretera tiene muchas curvas que vale la pena recorrer. El entorno es de una gran belleza paisajística. Se atraviesan los municipios de Santa Brígida y San Mateo. Poco a poco, se va superando la altura de las nubes.
Cuando se llega a Tejeda, estamos por encima de un verdadero mar de nubes.
Si no lo hemos hecho de subida, podemos hacerlo de bajada: detenernos en San Mateo, el pueblo en que tiene lugar el Mercado Agrícola y Artesano de la Vega de San Mateo, el mayor y más concurrido de la isla.
La localidad está señalada por el atractivo y exquisitez de sus restauradores y alimentos: verduras, hortalizas, frutas, hierbas aromáticas, panes y repostería. Los más golosos no pueden perderse su típico pan de huevo con azúcar. Para muchos, San Mateo no es un lugar de paso, es un destino.
Dunas de Maspalomas, donde el paisaje se mueve
Estamos en el sur de Gran Canaria, en Maspalomas. Nos estamos tomando un delicioso café canario con hielo, junto al mar y, ¿por qué no?, uno de los dulces más típicos de la isla, una tortilla de carnaval. A pocos metros del paseo, los bañistas se zambullen en la arena que inicia la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, un enorme espacio natural de excepcional valor en el que hay tres ecosistemas que se extienden a pocos metros del mar: las Dunas, el Palmeral y la Charca. Pasear estos espacios a ras de mar es un sano placer.
La imagen de las Dunas de Maspalomas y el haber sentido el calor de la arena y el frescor de océano al mismo tiempo, es de las que te hacen decir: “Volveré. Tengo que volver”. Estos cúmulos de arena no nos ofrecen una sola imagen, sino muchas. El viento los modela y remodela caprichosamente. Magia. Además, dependiendo de la hora del día, su tono es potente, suave, brillante…, pero siempre: sinuosidad e invitación a baño, de agua salada o de arena. Pura excepcionalidad.
En Maspalomas, conviven bañistas, paseantes, “toalleros”, surferos y también nudistas porque, aquí, en pleno centro de una de las costas más visitadas de Europa, también hay tramos solitarios y aislados en los que es factible practicar nudismo. Concretamente, en un extremo de la Playa del Inglés.
Solo les observa el Faro, el antiguo y emblemático Faro de Maspalomas de 55m de altura, construido en 1861 para ser guía de los barcos en ruta entre Europa y América y, hoy, este faro es el vigilante de un entorno privilegiado.
Ahora, el faro se encuentra al inicio de una concurrida zona de paseo. Un lugar perfecto para realizar compras, hacer una parada tras la playa, salir a cenar o simplemente tomar algo junto a la larga línea de mar.
Justo en la punta, donde topan la Playa del Inglés y Maspalomas encontramos el ejemplo de lo que nos contaba por la mañana la amable camarera que nos servía el café. Habíamos observado la actividad en el mar. Nosotros: “Aquí todo el mundo practica surf, ¿no?” Respuesta: “Sí, aquí el océano entero parece haberse conjurado para que cada vez más gente, en la isla, se sume a la práctica del surf, del bodyboard y del windsurf. Y, ahora, en los últimos años, al kitesurf”. No nos extraña. El océano invita a todo y también a eso.
Olas para todos los gustos y niveles. Risas, concentración y retos. Todo en equilibrio: tablas y territorio. Cada uno a su aire. Vive y deja vivir
Puerto de Mogán
Puerto de Mogán sabe a pesca junto a playas de arena rubia. A barrio marinero. Es al mismo tiempo turístico y acogedor y la tradición pesquera se combina y complementa con la náutica internacional. 87 récords del mundo en pesca de altura. Una vez más, el océano invita. Esta vez, a pescar y a navegar.
En la costa, los acantilados contrastan con algunas de las principales playas de la isla que se encuentran cerca de Puerto Mogán.
- Playa de Patalavaca. En Arguineguín, pueblo y puerto de pescadores por excelencia.
- Playa de la Verga. Arena blanca y aguas tranquilas
- Anfi del Mar. Una playa de aguas tranquilas en la que atracan embarcaciones deportivas.
- Playa de Puerto Rico. Está situada en la mayor urbanización turística de Mogán. Un puerto deportivo con embarcaciones de recreo y yates de lujo; una magnífica Escuela de Vela, de prestigio internacional, cuna de varias medallas de oro en las competiciones olímpicas.
Playa de Amadores. A 1 km de la Playa de Puerto Rico, de arena blanca, con zona comercial y jardines.
- Playa de Tauro. A pocos metros de Amadores. Una playa natural poco poblada. Para tomar el sol sin bullicio.
- Playa del Cura. Una playa de arena negra en cuyas calas es habitual encontrar pescadores lanzando su caña.
- Playa de Los Frailes, Playa de Medio Almud y la Playa de Tiritaña: 3 playas en el territorio virgen que conserva el municipio. A estos lugares se accede a través de caminos de tierra, dejando el coche en la carretera general.
- Playa de Taurito. De arena fina y resguardada de los vientos por las altas murallas rocosas, que coronan el valle.
¿Un poco de senderismo?
Por un momento, o por el tiempo que cada uno quiera, nos alejamos de las playas y nos vamos hacia el cercano Macizo del Suroeste. Allí, el Barranco de Veneguera, a los pies de la espectacular formación rocosa de Los Azulejos.
En la zona alta, el Parque Natural de Ojeda, Inagua y Pajonales con una importante masa de pinar. La zona es ideal para recorrer a pie a través de sus senderos. Desde Arguineguín, y a través de una carretera empinada y curvilínea, se llega a la Presa de Soria, el mayor embalse de la isla, un gran lago verde rodeado de palmeras. En los Barrancos de Toscas, Puerto Rico, Tauro y Taurito se encuentran interesantes rutas para esas agradables caminatas en las que, de vez en cuando, paramos, admiramos el paisaje y absorvemos un poco de esa naturaleza tan pura.
¿Apetece un pescado fresco o…?
Probablemente sí y más si nuestro día está lleno de actividad. En Mogán es habitual acercarse al Puerto para degustar un buen bonito a la plancha o los populares caldos de pescado, las lapas sudadas con mojo verde y el pescado de berenjenas. Son platos típicos destacados en la carta entre lo tradicional isleño: las papas arrugadas con mojo, el sancocho, la carne de cabra y la ropa vieja. Para los postres, nada mejor que la digestiva papaya con naranja, los mangos o chirimoyas, frutas tropicales.
¿Por qué los viernes hay tanto trajín en Puerto Mogán?
Porque el viernes es día de mercado y el ir y venir de la gente de buena mañana contrasta con el ambiente apacible del lugar. Pero es inevitable, al tiempo que divertido. Durante toda la mañana un gran número de visitantes recorre cada uno de los diferentes puestillos en busca de una buena ganga.
Casco de Teror, el gran símbolo de los isleños
Dicen en Gran Canaria que el casco antiguo de Teror es uno de los tesoros más grandes de la isla. En pleno corazón de la isla, paseamos por calles adoquinadas, nos atraen sus balcones colgantes y su Basílica de la Virgen del Pino, datada del siglo XVIII, Patrona de la Diócesis de Canarias, declarada Bien de I interés Cultural. Por tanto, visitar Teror es visitar su Basílica. Para los habitantes de la isla, muchas veces es ir de peregrinación.
En la Plaza de Teror, centro vital, nos llaman la atención los balcones de madera tallada, propios de la arquitectura de la isla. Paseando por sus calles, entre sus fachadas de colores, es evidente su tradición artesana con talleres que exhiben: cestería, latonería, talla de madera, calados, macramé, bordados, trabajos de barro y caña, telares y ganchillo.
Y si el visitante desea conocer las edificaciones religiosas de Teror, también hay que destacar la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Los Arbejales; la Ermita de la Peña, en el Palmar; la Ermita de San Isidro, en el paraje del mismo nombre; y el Convento de las Dominicas, al pie del Pico de Osorio.
Emblema tras emblema, hay que ir a ver la Fuente Agria compuesta de tres manantiales: el Principal, del Agua Agria y del Molino de en medio.
Pasear por el entorno natural de Teror es muy agradable. Está protegido. Pino Santo, de gran belleza paisajística y gran valor ecológico; Caldera de Pino Santo, como se conoce un espectacular cráter volcánico de medio kilómetro de diámetro; el Parque Natural de Doramas, con los impresionantes barrancos de Azuaje y Moya; y la Finca de Osorio, con el Aula de la Naturaleza de Osorio.
¿Picamos algo?
Y volvemos a lo de cada día, si con el paseo nos ha entrado hambre, en Teror, lo que hay que probar son sus chorizos y morcillas dulces. La combinación de dulce y picante resulta excelente. Reponemos fuerzas para seguir descubriendo la isla.
Playa de las Canteras, la cambiante
Una playa urbana es un gran lujo. Si además siempre goza de buen tiempo e invita al baño los 365 días del año, es extraordinario. En la capital se vive su presencia. Como dicen en Las Palmas de Gran Canaria: “No tiene pérdida. Para ir a nuestra perla solo hay que seguir a cualquiera que camine silbando con toalla, sombrilla o tabla de surf”. La Playa de las Canteras es una playa kilométrica protegida con un fondo marino extraordinario y una barrera natural de piedra y coral que la protege.
Los locales la llaman "La Barra". Es un extenso arrecife cercano a la arena que protege de las mareas y el oleaje y crea una inmensa piscina. Cuando la marea está baja, se puede caminar sobre ella, se puede caminar sobre el agua.
Y algo más que no hace falta que te cuenten si vas a la Playa de las Canteras más de un día. Es una playa cambiante. Su color, su luz, su brillo, sus reflejos… Varían por momentos. Incluso la arena, a lo largo de sus 3 km de extensión tiene distintos colores.
Vegueta
Seguimos en Las Palmas de Gran Canaria. Ahora paseamos por las estrechas calles del barrio antiguo de Vegueta que acumulan más de 500 años de historia. Pensar en ello nos impresiona. En las fachadas, piedra, cal, colores vivos dándoles luz, rejas de forja artesana y puertas macizas de madera noble. En el suelo adoquines que han pisado piratas, guerreros y moradores, cuyas historias han dejado huella en cada uno de sus rincones.
Jardín canario
Siguiendo en Las Palmas, pero ahora en los alrededores, en Tafira, muy cerquita de la capital, puedes sumergirte en plena naturaleza y conocer la riqueza de la flora macaronésica, la propia de zonas volcánicas situadas en océanos.
Un conjunto botánico que reúne en un solo jardín todas las especies de la flora de las Islas Canarias. Fue un sueño del sueco Eric Ragnor Sventenius que él mismo convirtió en realidad. Una joya natural a un paso de la ciudad. Formas, olor, color, elegancia, supervivencia. “De todo”, en plantas.
Puerto de las Nieves
Ahora nos vamos a Agaete, a uno de los rincones preferidos de muchos isleños y foráneos: el Puerto de las Nieves, un pueblo pesquero que invita al relax. Un vecino de Puerto de las Nieves nos diría: “Es un lugar pequeño. Sí, claro. Pero es así adrede”.
Es un lugar del que hay poco que decir y, en cambio, cuando lo visitas tienes mucho que sentir. Reconocimiento a la vida sencilla, a la que da valor a lo que lo tiene. Un lugar en el que se respira libertad, la de bañarse en el mar cuando apetece, tomar el sol en la pequeña playa del puerto o en las piscinas de Las Salinas. Comer pescado recién salido de agua, con unas papas arrugadas y una copa de vino. Charlar de lo importante y lo banal. En el Puerto de las Nieves, un enorme acantilado pone de fondo una cola de dragón. La luz se la da el día o una maravillosa puesta de sol. En el cielo, gaviotas que van y vienen.
Turistas o habitantes, cada uno a su ritmo. El cómo y haciendo qué, a elección, pero sobre todo con calma. Sin darle al tiempo más importancia de la que tiene.
Barranco de Guayadeque
El Barranco de Guayadeque es uno de los mayores del archipiélago. En él se han encontrado restos arqueológicos prehispanos y flora y fauna endémicas. Está entre los municipios de Ingenio y Agüimes, en el sur de Gran Canaria. Vengamos de dónde vengamos, el recorrido será, una vez más, un modo de descubrir la isla palmo a palmo. Con cada mirada descubrimos algo nuevo.
Y cuando lleguemos, en el barranco admiraremos preciosos palmerales, que le dan un aire exótico, un adjetivo que comparten muchos enclaves de la isla y el Barranco de Guayadeque es uno de ellos. Bajo los palmerales del barranco hay huellas de los antiguos habitantes de las islas. Los pueblos sureños de Ingenio y Agüimes conservan todavía esa esencia histórica en sus cascos antiguos.
A nivel arqueológico, los hallazgos y preservación de cientos de cuevas que albergaron a muchísimos aborígenes dan al enclave un valor incuantificable. Las momias y los utensilios hallados aquí se encuentran en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. Algunas de estas cuevas son: "Cuevas Muchas", "Cueva Labrá", el "Risco del Canario", el "Risco Vicentico" y el "Risco del Negro".
En el Barranco de Guayadeque todavía quedan algunos núcleos poblacionales. El primero es "Cueva Bermeja", cuyo nombre se debe al color rojizo de la piedra. El segundo es "Montaña de las Tierras" donde es visitable una casa cueva canaria. También se la llama la zona de "Los Marteles” y en ella se encuentra la Ermita de San Juan Bautista. En 2020 se han descubierto nuevas zonas aborígenes intactas.
Museo y parque arqueológico Cueva Pintada
La Historia de Gran Canaria puede conocerse en profundidad en Gáldar, en el noroeste de la isla, donde se encuentra un museo levantado sobre los restos de un poblado aborigen canario. Una visita obligada para todos aquellos interesados en conocer una cultura antigua nacida en unas islas en medio del Océano Atlántico.
Es un testimonio excepcional de la cultura de los antiguos habitantes de la isla, de la sociedad anterior a la llegada de los europeos a Gran Canaria y de los primeros años de la colonización. Estamos hablando de una historia vinculada a la cultura indígena que vivió durante cientos de años en las islas. Más de 20 años de excavaciones posibilitan hoy conocer con detalle las casas y cuevas indígenas.
Enlaces de interés: