¿Quieres abrir estos días una ventana al mundo?
Un documental en que las palabras no son necesarias. Las imágenes hablan por sí solas y nos muestran qué hay y qué pasa en lugares muy diversos del mundo. Un recorrido que nos acaba mostrando cómo en el mundo cabe todo, desde lo conocido a lo más desconocido y que no hay nada que no merezca una reflexión. Una obra muy vital.
Para muestra, el tráiler oficial:
Desde casa, al mundo: una pieza para aquellos que quieran "abrir la ventana de otra forma”
Dirigido por el cineasta Ron Fricke, reconocido como un maestro de la dirección fotográfica, Baraka es un documental casi inquietante. Hace que nos preguntemos: ¿cómo puede convivir todo lo que vemos en un mismo mundo? Como definen sus autores, “Baraka habla del poder, de su alcance y de la esencia de la vida misma”.
Con Baraka, acariciamos la diversidad. Sí, el verbo es acariciar. Y lo es porque lo que nos muestra es muy potente e impactante, pero el tratamiento de la fotografía y la realización son tan impecables y cuidados que nos provocan cercanía. Podemos acariciar.
Así, con una extrema exquisitez y transmitiendo sensaciones, esta pieza nos lleva de un punto a otro del planeta para descubrirnos tradiciones, paisajes, fragmentos de vida y de historia y aquello de lo que alguna vez hemos oído hablar, pero que no habíamos visto tan “de cerca”. Todo mira a cámara, incluso los paisajes, mientras nosotros no dejamos de mirar la pantalla.
Descubrir, luego entonces: reflexionar
Ninguna toma ni ninguna escena dejan indiferente al espectador
Baraka significa “esencia o aliento de vida”
El título de "Baraka" proviene de la palabra de origen Sufi, una comunidad religiosa islámica conocida por su misticismo, y significa "esencia o aliento de vida", un título cuyo significado define a la perfección el tono del documental. Expone lo crudo con crudeza e incita a la superación con sutileza.
No hay gente sin paisaje
Todo se combina, entorno y vida. A veces, nos sorprende una persona, otras un animal. Puede que veamos a un niño que se pregunta "porqués" o a un mono de la nieve japonés, que observa lo que pasa a su alrededor y parece no entender nada. Precisamente este babuino y su actitud son unos de los protagonistas.
Paisajes, valles, bosques, cataratas, volcanes, cordilleras infinitas… Tanzania, Nepal, China, Irán, Brasil, Japón, Kuwait, Camboya… árabes, indonesios, japoneses, norteamericanos, europeos, indios… Niños, mujeres, hombres, ancianos, jóvenes… Cada uno tal como es y haciendo lo que le es propio. Puede que nos sorprenda un grupo de hindúes balineses interpretando el canto del mono, el Kecak; o puede que veamos cómo algunas tribus indígenas aún se aplican pintura corporal.
O puede que veamos algo que nos parece más contemporáneo -aunque puede que no lo sea más- como tres niñas japonesas esperando el tren.
Muchos bailes, muchos cantos y muchas miradas. Miradas entre las que, a veces, la humana parece la más “animal y la “animal” la más humana.
Como ejemplo de los lugares fotografiados en Baraka, descubrimos la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, custodiada por confesiones cristianas tan distintas o distantes como católicos, armenios ortodoxos y ortodoxos. Es el punto exacto en que —según los Evangelios, Cristo fue crucificado, sepultado y donde más tarde resucitó.
Y de una imagen tan “histórica” como esta puede que vayamos al templo Ryoan en Kyoto, con su jardín seco (karesansui), absolutamente minimalista y probablemente uno de los jardines secos mas famosos y visitados de todo Japón, del que no se conoce el creador ni la fecha de construcción. Simplemente está ahí es una gran atracción, pero no cuenta con ningún tipo de explicación…
Y, de ahí, a lugares no menos insólitos como puede ser el Lago Natrón, otro de los protagonistas naturales de esta pieza audiovisual, que se encuentra al norte de Tanzania, en África, y cuyas aguas son míticas. Son saladas y contienen tanto carbonato sódico que petrifican a los animales que mueren en ellas. Sorpresa tras sorpresa.
La evolución de la Tierra y la Humanidad
Pero, a Baraka, le importa poco el dónde porque el dónde es, simplemente, el mundo, nuestro mundo. Le importa más el qué y eso es lo que destaca. Uno de sus “qués” básicos es el análisis de la evolución. ¿Cómo empieza algo?, ¿a dónde nos puede llevar?
Esta construcción audiovisual acaba siendo una fórmula para explicar la evolución de la Tierra y de la Humanidad. Es una clara crítica con información contrastada. Ahí están las pruebas: las imágenes.
El análisis de la evolución se basa en ejemplos tan concretos como la excesiva tala de árboles en la Amazonia con imágenes espeluznantes.
Impactan también las explosiones de los campos de petróleo en Kuwait, algunos de los 700 que fueron quemados durante la Guerra del Golfo, como táctica de “tierra quemada” por parte de las fuerzas militares iraquíes cuando se retiraban de Kuwait.
Sin palabras, también denuncia la minería a cielo abierto o la mirada hacia ese mismo cielo, pero desde el Tibet. Y, en este caso, no marcada por la explotación de aquellos menores a los que se hace descender a pozos peligrosos en busca de algún mineral, sino por la espiritualidad, la de los monjes y sus aprendices.
De repente, un monje hace sonar una enorme campana y las estrellas giran en el cielo. De este modo, cuando el espectador ya está viendo apocalipsis, aparece la esperanza. Pero no se le dan soluciones. Eso le toca a él. El documental pone en evidencia.
Relato por contraste
Baraka no es un documental al uso. Nadie nos cuenta una vivencia, no hay off, nadie nos habla en primera persona, pero el documental relata y consigue transmitir un discurso concreto. Lo hace, sobre todo, a partir del contraste.
Nos presenta la fragilidad de la vida humana a partir de su insignificancia ante la grandeza de la naturaleza, pero, al mismo tiempo, no muestra cuán grande es lo que el humano ha sido capaz de crear. Con miradas limpias que se dirigen al infinito y transmiten necesidad de reflexión.
Momentos en que se nos muestra la pobreza extrema por la que el tiempo pasa y se vive a un ritmo muy distinto al apresurado de los urbanitas en una concurrida estación de metro. El antes y el después de las acciones humanas transmitidas a partir de imágenes de guerra para acabar con fosas comunes, o viendo imágenes insólitas de Auschwitz.
También imágenes de Tuol Sleng, el Museo de los crímenes genocidas fundado en 1980 en una prisión de alta seguridad en Camboya con la finalidad de preservar las pruebas de la desaparición de entre uno y tres millones de personas en cuatro años, de 1975 a 1979. ¿Qué acabo de ver? Se pregunta el espectador. Sí, todo eso en un instante. El impacto está asegurado.
Aunque más conocido, no menos impactante es la quema de las piras funerarias en el Ganges y el baño de los peregrinos en sus aguas. Puede que lo hayamos visto mil veces, pero quizás nunca como en Baraka.
Más desconocido, el ejemplo de ver cómo se está realizando un tatuaje en un jacuza japonés. La Yacuza es el grupo mafioso violento más temido del país que se proclama como el preservador de las costumbres más antiguas del país nipón y para el que los tatuajes son un símbolo esencial. Tras este caso, vemos cómo se realiza un tatuaje tribal, también símbolo de pertenencia, pero no necesariamente asociado a violencia.
Y así sucesivamente: un impacto por sorpresa. Un descubrimiento en continuo crescendo.
¿Quién hubiera relacionado los saltos de las danzas Maasai, con los pesados collares de cuentas de colores de las muchachas golpeando sus hombros al compás de la danza, con los cantos de los monjes del monasterio budista en la India Dip Tse Chok Ling?
Técnica y tecnología
Tanto técnica como tecnología son clave en esta producción. Baraka está rodada en 70mm e integra una gran diversidad de técnicas fotográficas que, cada una con sus características, marca el ritmo del documental. Ahora lento, luego rápido. Ahora trepidante, luego tranquilo. Pasa de la cámara lenta al time-lapse, con el consecuente aumento de velocidad, pero los movimientos parecen perfectamente controlados en todo momento.
Puede que al espectador le cueste más controlar sus emociones que a los maestros del documental los tiempos de esta extraordinaria pieza.