¿Cómo descubrir los secretos mejor guardados y auténticos de Menorca?
Esta isla acoge diferentes tipos de turismo. El enamorado del mar, que sigue siendo el predominante y es el que disfruta de los 216 km de costa que perimetran Menorca, con caprichosas formas que provocan bellísimas calas.
Pero, cada vez más, el visitante deja de quedarse solo con el mar y se interesa por descubrir tradición, fauna terrestre y subacuática, flora, geología, gastronomía… En definitiva, por aproximarse a la autenticidad.
Es un turismo que combina el ineludible mar con los 702 km2 de territorio que conforma la isla y todo lo que esta tierra contiene y puede contar. La distancia más larga de la isla son 47km, los que hay entre Ciutadella, en la punta oeste, y Maó, al este. A ambos lados de la carretera que une estos dos puntos, hay caminos que conducen a nuevos horizontes.
Más de lo sospechado
Y es que Menorca -aunque no es poco…- no es solo de color azul indómito y azul turquesa. También es de color verde, amarillo paja, rojo, blanco y marés. Menorca también tiene vacas, ovejas y cabras que dan color a sus paisajes y su entorno da recetas de vida. Esta isla no solo sabe a sal.
Hay muchas formas de “sentir” Menorca
Menorca vivía primordialmente de la ganadería y la agricultura hasta la llegada del turismo, un turismo que llegó más tarde que a Mallorca o a Ibiza y cuyo “retraso” ha resultado ser motivo de una mejor conservación de lo autóctono.
Si Ibiza y Formentera son las pitiusas porque los griegos consideraron que había muchos pinos y ese era el nombre que les encajaba; Menorca es la Melousa, porque era tierra de muchos melones y así la percibieron los griegos. La etimología nos transfiere a su pasado agrícola, un pasado aún presente en enclaves puramente campesinos porque, aunque la actividad turística cambió el rumbo de la explotación de la isla, la agricultura aún persiste, tozuda pero fuerte y, quizás sí, medio escondida.
Una reserva de la biosfera donde el equilibrio se basa en la suma de excepcionalidades
En todo caso, partimos de que estar en Menorca es estar en una plena Reserva de la Biosfera. Hemos empezado por sus aguas porque son las primeras que reciben al visitante y le cautivan, pero seguimos con sus paisajes, sus sonidos, sus luces, su color y su olor.
Es una isla, pero no toda sabe a mar. La singular combinación de sus paisajes que, a menudo, impactan por contraste; el cómo conserva el patrimonio y el modelo de desarrollo de sus actividades económicas han hecho que, desde 1993, la isla esté declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Lo ha conseguido por esa mezcla de ambientes cuyo resultado sigue catalogado como de calidad excepcional.
Y eso, hablando solo de superficie. Si habláramos de su fondo marino los adjetivos superlativos también serían abundantes. Pero hoy vamos a hacer un safari por la isla, por el campo y lo haremos en 4x4. Eso sí, no podremos evitar “sentir” que estamos rodeados por el Mediterráneo. Es parte esencial de la magia.
Menorca pone puertas al campo
Lo hace, a veces con sencillez, otras con abolengo. Puede que sean esas puertas austeras, preciosas, que unifican paisaje, bien pensadas, de una arquitectura sencilla, pero de diseño extraordinario. Unos simples troncos entramados de forma única. Son esas puertas que solo ves en Menorca y a través de las cuales se dibuja un camino en perspectiva que muchas veces no sabemos a dónde va a parar. Ese camino que se pierde en el horizonte.
Otras veces, el paso a ese camino, lo da una puerta más opulenta. Pero en ningún caso sabemos hacia dónde se dirige o qué esconde.
Abramos puertas. La isla finca a finca, o lo que es lo mismo: predio a predio
Mucha parte de esta Reserva de la Biosfera es privada. Las puertas nos lo indican, pero son signo de preservación no de codicia. Muchas familias menorquinas han cedido terreno para carreteras con el fin de que el visitante pueda llegar, por ejemplo, al famoso Faro de Cavallería. Incluso el propio faro -altamente visitado- pertenece al predio de Cavallería, que encontramos en el camino que nos conduce hasta él.
También se han habilitado muchos senderos en fincas privadas para el Camí de Cavalls, una ruta que rodea toda la isla y permite al caminante no perderse ningún detalle de la costa.
Empieza la aventura hacia la Menorca Inédita. Los caminos secretos de las fincas privadas
Para que el visitante pueda ir “más allá” existe un trabajo previo. Nos dejamos guiar por Gonzalo López, un enamorado de la isla. Lo que ha conseguido, con su flota de Defenders, es hacer vivir una experiencia turística tan espectacular como la que él ha vivido al conocer estos lugares. Conseguir acceder a caminos no abiertos al público para que lo que hay al final del sendero fascine al visitante, tanto como le fascina a él. Con la propuesta, apreciamos un giro en la actividad turística menorquina.
Lección previa
En las fincas que visitaremos, se trabaja. La que se propone no es una actividad invasiva, ni tampoco masificada. Este es el acuerdo con los payeses y propietarios. Esta es la premisa previa el turista. Quien quiera acceder a nuevos oasis menorquines, debe entenderlo.
Subimos al jeep. Empieza el safari
Montarse en un “Jeep Safari Menorca” con Gonzalo es inédito. Acceder a caminos privados, no abiertos al público, no ha sido una tarea fácil. Son fincas donde se trabaja y la explotación turística pública terminaría con la preservación de esta cultura del campo.
Por lo que ha costado tiempo convencer a los payeses y propietarios de las fincas, de que esta actividad, no sería una actividad invasiva y que ayudaría a poder mantener los espacios, educando al turista a visitar nuevos parajes menorquines.
Una fórmula turística ecológica y de preservación
La importancia de mantener y proteger Menorca es imperativa. Por eso esta actividad es tan interesante. Poder acceder a zonas secretas y espectaculares de Menorca con un vehículo, que nos permite sentir la naturaleza a flor de piel y que, al mismo tiempo, tiene cura del paisaje y los caminos, es una fantástica manera de conocer lo más recóndito. Solo circula un vehículo, no va cada uno con su coche particular y no conduce a una experiencia masificada. Además, tanto si llueve como si hace sol.
Conocemos a la “madona” y al “payés”
Llegamos hasta el corazón de estos predios. En algunas de estas fincas, podemos incluso conocer a la “madona” y al “payés”, que son quienes cuidan las tierras y el ganado. Son extensiones kilométricas y nos descubren paisajes espectaculares.
En algunas de ellas podemos degustar los productos que producen como embutidos y sobre todo queso. La actividad de la mayoría de estas fincas gira en torno al queso. Huelen a queso, saben a queso y sus almacenes tienen el color del queso. Viven para y por el queso.
Son Mercer de baix
Es difícil elegir un lugar preferido entre los visitados cuando ya llevas hechas varias rutas y has visto mil parajes que son “nuevos” y que, por mucho que creyeras conocer Menorca, te sorprenden.
Pero hay uno que impresiona especialmente. Es una zona desconocida e imposible de llegar a su corazón, si no es con “Jeep Safari Menorca”. Y ahí, tres puntos de alto interés. Uno de fauna: los alimoches (en Menorca lo llaman Miloca), unas aves invernantes en peligro de extinción, cuya única población sedentaria reside en Menorca. Aquí han encontrado el ecosistema perfecto para su nidificación ¡Qué vuelo mas bonito! Para admirar.
Para impresionar a cualquiera, un escenario: Es Barranc de Son Fideu. Es un barranco ancho, lleno de verdes, blancos y marés. Para dejarse invadir por su belleza y majestuosidad. Nos enseña otra Menorca, la más viva, la más autentica.
La magia y espontaneidad de una Menorca desconocida
Paramos el coche y bajamos para descubrir una construcción que quizás, si no sabes que está allí, ni la verías, escondida entre árboles y arbustos.
O, de repente, reducir marcha, cambiar de rumbo y, después de cruzar una puerta menorquina, adentrarse en pinares, encinares o olivos silvestres o acebuches, a los que en la isla llaman “ullastrar”. Poder visitar la isla utilizando el mínimo de tiempo posible por las carreteras principales y con un Guía Oficial es un verdadero placer.
Atravesar caminos rojos de arcilla al lado de rocas grisáceas y blancas contrastando con la tierra arcillosa y el azul en el horizonte. Este año, además, la isla esta especialmente salvaje y verde.
Olor a Paz
Todos estos paisajes que vamos atravesando solo llenan nuestros sentidos de nuevas experiencias. Nos encanta, además, el Defender va sin techo, el olor de los bosques, de los campos y del mar entra por los ojos como si de seda se tratara.
Todo esto hace que te sientas en una nube de algodón que te desorienta. En muchas ocasiones, tienen que recordarnos que estamos en Menorca, de lo contrario nos perderíamos en nuestro imaginario.
La guinda del pastel está en el cielo
Tras atravesar “tanques”, caminos, prados, espectáculo tras espectáculo, parece que nada puede superar lo disfrutado.
Eres consciente de que ha sido una experiencia única y muy extraordinaria. Y, cuando pensabas que ya nada te podría sorprender más, de repente, en medio de una pared seca, se abre otra puerta menorquina, otro camino privado; entre rocas y malas hierbas acaba quedando al descubierto el Faro de Cavalleria y te dicen: “tomen asiento que esto va a ser precioso…” Y, evidentemente, ¡qué contar! Las puestas de sol menorquinas son de las que roban el corazón.
- Júlia Miralles Larrègola
- @juliamlarregola @julieentrevitres
- www.jeepsafarimenorca.es
- @jeepsafarimenorca