Déjate "inundar" por 7 lugares naturales que te esperan en España
La geografía española contiene muchas propuestas turísticas. Descubrir rincones fantásticos no es difícil. Hay muchísimos. El “7”, un número mágico, puede ser una buena fórmula para elegir, mientras descubrimos a través de las imágenes, las posibilidades cautivadoras de un lugar. En este caso, de siete.
1.Gulpiyuri, una playa lejos del mar en Asturias
Es muy recomendable pasar un buen rato en una playa de 40 metros de longitud de arena gruesa, pero -curiosamente, siendo en Asturias- no junto al mar. Es una de las imágenes insólitas del principado asturiano: el Gulpiyuri, una playa interior de arena blanca que bordea agua salada azul está rodeada de prados verdes. Este monumento natural no dispone de conexión visible con el mar, pero existe porque el Cantábrico se cuela por debajo de los acantilados y, justo ahí, emerge de nuevo. Durante la pleamar, se queda casi sin arena; durante la bajamar, debido a un “efecto desagüe”, se queda casi sin agua.
El paraje está entre Llanes y Ribadesella. La localidad más cercana es Naves y el acceso se realiza a través de un camino agrícola.
Más información: www.llanes.com
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2. La senda de Unamuno, donde el agua se convierte en humo, en Salamanca
Porque a Miguel de Unamuno le maravillaba, la senda recibe su nombre. Antiguamente se la conocía como Pozo de los Humos. El río Uces, afluente del Duero, en la comarca de Las Arribes de Duero, provoca un asombroso espectáculo natural, una espléndida cascada natural que configura un paisaje único. Este enclave espectacular pertenece a las localidades de Masueco de la Ribera y Pereña. Se accede a él siguiendo el curso del río Uces. Este afluente salmantino del río Duero se despeña 52 metros en vertical y el efecto del vapor que acompaña el gran volumen de agua que salta, junto con las salpicaduras, provocan un efecto envolvente muy similar al del humo.
Abajo, en el estanque, el efecto es de espejo. Sobre sus frías y quietas aguas se refleja el cielo y no se sabe cuál de los dos azules es más intenso.
El entorno, totalmente silvestre, combina formaciones graníticas naturales con construcciones de distintas épocas. Encontramos molinos, chozos y ermitas. La fauna es también muy diversa y uno de sus altos atractivos. Entre cabras montesas, lobos y jabalíes, uno de los habitantes de la zona es también el lince ibérico. Abundan las aves de gran tamaño como lechuzas, búhos, buitres, águilas y las peculiares cigüeñas negras.
La ribera ha hecho que, junto al bosque, habiten ranas y salamandras. La flora es agreste, dura y robusta: enebros, robles, olivos antiquísimos y castaños. Historia, incluso en las planas.
Más información: www.salamancaturistica.com
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3. Los Pilones de la Garganta de los infiernos, bañeras de piedra en Cáceres
El Valle del Jerte se conoce sobre todo por su belleza cuando se tiñe de rosa al florecer sus millares de cerezos, o por cómo se salpica de rojo cuando las cerezas ya están maduras. Pero este singular valle también propone otros escenarios que no son estacionales. Admirables todo el año, aunque disfrutables al máximo sobre todo en verano. Es el caso de los Pilones en la Garganta de los infiernos. Tras cascadas y exuberantes saltos de agua, aparecen hoyos gigantes excavados en la roca, pequeñas piscinas naturales cuya agua está siempre fría.
En verano, el contraste de la temperatura de esta agua con los más de 30º propios de la zona invita a un baño totalmente singular. La arquitectura natural de los Pilones es roca pelada y está en medio de un paisaje con una vegetación de matorral bajo ninguna sombra.
Más información www.turismovalledeljerte.com
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4. Alcalá de Júcar, vida junto al río en Albacete
Como sacado de una pintura romántica, por Alcalá de Júcar, este río discurre bajo árboles que convierten en preciosas glorietas algunos de sus meandros. Cada rincón recuerda imágenes de barcas que avanzan lentas con alguien sosteniendo una sombrilla de encaje. Esta sensación contrasta con la diversión que proponen otros de sus rincones como la playita del pueblo que muchos aprovechan para darse un buen chapuzón.
La entrada del río en Alcalá de Júcar tiene forma de hoz. No en vano, esta parte del río se conoce como la Hoz del Júcar. Desde su precioso puente romano, mirando abajo, sus limpias y apetecibles aguas. Mirando arriba, callejuelas empinadas con casas excavadas en la roca a ambos lados y, en la cumbre, su castillo, una fortaleza de origen árabe.
Algo imprescindible es ir cámara en mano. Sacar fotos es algo irresistible. Alcalá de Júcar cuenta con otras maravillas como sus cuevas fortificadas, repletas de leyendas, de las que destacan dos: la Cueva del Rey Moro Garadén y, junto a ella, la Cueva del Diablo.
Su actividad social en verano también es interesante: en agosto, destacan sus fiestas patronales y el mercadillo de la cañada de Dominguillo. Alcalá de Júcar forma parte del grupo de los Pueblos más Bonitos de España.
Más información: www.alcaladeljucar.net
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5. El pozo azul de Covanera, aguas turquesas para nadar o sumergirse en Burgos
Es ni más ni menos que la cavidad subacuática más larga de España. Sus cuevas, bajo la montaña, están repletas de agua y, hasta el momento, se han explorado ya 13 de sus kilómetros. Pero solo 13, aún no se sabe cuán más larga puede ser. Es un paraíso para espeleólogos y buceadores; aunque también un lugar de baño con mucho encanto para aquellos que quieren mantenerse en la superficie. El Pozo Azul es un estanque cristalino que hace que el enclave sea idílico. Sus aguas son de un exuberante azul turquesa. Impresionantes. La temperatura oscila entre los 9º y los 11º y es habitual ver abundantes truchas en él.
Pertenece a la localidad de Covanera, en el valle del Rudrón, al sur de la cordillera cantábrica, en un territorio abrupto. Sorprende al visitante porque, a pie de montaña, aparece en el paisaje, como una sorpresa, entre paredes verticales. Sus aguas provienen de un manantial que las vierte al río Rudrón.
Más información: www.turismoburgos.org
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6. Catoira, entre valquirias y vikingos en Pontevedra
El rubio nórdico de los cabellos de muchos de los habitantes de la zona en que se ubica la localidad gallega de Catoira y sus aldeas cercanas, así como el intenso color azul de sus ojos, son indicador de origen. En este caso, vikingo. Hace unos mil años, la zona fue atacada por normandos y sarracenos porque Catoira era la puerta ideal por la que los bárbaros podían acceder a las reliquias del apóstol Santiago, un tesoro muy preciado.
En el municipio gallego de Catoira, confluyen las aguas del río Ulloa y la ría de Arousa. Por tanto, playas fluviales y marismas, una combinación a la que aún le dan un punto de mayor belleza los molinos de viento, los únicos de Galicia. Belleza singular.
En este escenario apacible y bucólico, dominado por sus famosas Torres del Oeste (de defensa), cada primer domingo de agosto irrumpe estrepitosamente “el desembarco vikingo”, que emula los ataques sufridos y, sobre todo, la lucha por la defensa. Los lugareños siguen la tradición de vanagloriarse año tras año de haber luchado por contener la invasión masiva por parte de los piratas nórdicos. El objetivo es arrasar, pero esta vez a través de un increíble despliegue pirotécnico, audiovisual y artístico, toda una fiesta.
Más información: www.catoira.es
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7. La Cola de Caballo en el siempre fabuloso Valle de Ordesa. Huesca
En el Valle de Ordesa, en pleno Pirineo Aragonés cercano al Monte Perdido, cascadas por doquier: la de Arripas, la de la Cueva, la del Estrecho, las Gradas de Soaso hasta llegar al río Arazas. A partir de ahí, y a solo unos 45 minutos de ascensión, encontramos la fabulosa Cola de Caballo. Es un salto de agua procedente de la lluvia y el deshielo. Cae zigzagueante y su forma recuerda, realmente, la de una cola de caballo en movimiento. En las cercanías, bosques de hayas, zonas de pastizales e inmensas masas de pino negro.
La Cola de Caballo se incluye dentro de la Reserva de la Biosfera “Ordesa-Viñamala” que, junto a los circos glaciares de la vertiente francesa de los Pirineos, está declarado por la Unesco Patrimonio Mundial.
Más información: www.aragon.es
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