Gran Canaria no es solo playa
Empezamos nuestra experiencia paseándonos por el Jardín Botánico Viera y Clavijo con fauna y flora macaronésicas que ya son pura premonición, macaronésicas significa “perteneciente a islas felices” y así es cómo empezamos a sentirnos. Estamos inmersos en frondosidad, color, textura paisajística… Más que un buen inicio.
Seguimos con una excursión por la protegida Caldera de Bandama, un ejemplo de vulcanismo de magníficas dimensiones en la isla. Cuando llegamos, nos quedamos boquiabiertos por la magnitud y la belleza de este Monumento.
Para finalizar esta primera etapa -porque todas las maravillas de Gran Canaria no nos caben en un solo reportaje y por eso haremos más-, hemos conocido el espectacular Cenobio de Valerón, antiquísimo granero aborigen de extraordinarias dimensiones, de particular belleza, y que nos impresiona.
Vamos con guías oficiales canarios y la inmersión adquiere un muy interesante grado de profundidad. Parece que la isla nos estuviera esperando con los brazos abiertos.
Jardín botánico Viera y Clavijo
Entramos en un universo de plantas a tan solo 9 km al suroeste de Las Palmas de Gran Canaria. Se trata de una extensión de 27 hectáreas, que conforman el jardín botánico más grande de España y uno de los más grandes del mundo, el Viera y Clavijo.
Paseas por el jardín y, sin darte cuenta, te adentras en un barranco, un enclave perfecto para los microclimas que exige la flora del jardín. El olor va cambiando en los espacios en que las plantas te envuelven y la humedad ambiental va aumentando. Las fragancias se nos pegan en la piel. Forma parte de la magia macaronésica.
La Macaronesia es un conjunto de cinco archipiélagos de carácter volcánico del Atlántico Norte y cercanos al continente africano. Canarias, Azores, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes. Con climas oceánicos y tropicales, son verdaderos paraísos naturales en cada uno de los ejemplos.
Dragos (Draccaena Draco) imponentes, ficus y cardones canarios (Euphorbia Canariensis) nos dan la bienvenida al jardín junto al tallo de un pino fósil, encontrado en 1.966 por el Dr. Juan Nogales Hernández durante la explotación de ceniza volcánica. De 3075 años, lo podríamos datar, aproximadamente el 1.100aC.
En la foto: Representación del Puente de Palo en el Jardín Botánico Viera y Clavijo entre Pinus Canariense. Fotografía de Júlia Miralles Larrègola.
Tajinaste azul, blanco… un sinfín de flora entre bosques incluso uno de laurisilva. Los últimos bosques en que predomina el laurel en España se encuentran en las Islas Canarias y en este jardín de Gran Canaria, por supuesto, también.
La flora, la fauna y elementos culturales que hemos conocido en el Jardín botánico Viera y Clavijo van a ser nuestros compañeros en esta primera fase de nuestro intenso viaje por Gran Canaria.
La Caldera de Bandama
Ahora nos dirigimos a los alrededores de Santa Brígida. También cerca de Las Palmas de Gran Canaria, descubrimos este espectacular ejemplo del vulcanismo reciente en la isla: La caldera de Bandama.
Mil metros de diámetro, 216m. de profundidad y 574m. de altitud son las enormes dimensiones de esta caldera que se conformó hace unos 5 mil años. Las cifras lo hacen inimaginable. Cuando lo admiras, impactan, como impacta la gran cantidad de vegetación que tiene la caldera. Todo es de gran envergadura.
- ¿Cuál es la diferencia entre la diferencia entre una caldera volcánica y un cráter?
Cuando las explosiones volcánicas colapsan la cavidad central del volcán, se destruye creando una gran depresión llamada caldera volcánica. Un cráter, en cambio, es la parte de la chimenea del volcán que se abre a la superficie, por donde brota el magma del interior, generalmente se sitúa en la cima del volcán.
El guarda de Bandama
Agustinito, así le llaman, vive en la caldera desde bien pequeño, vivía y trabajaba en la finca situada en la parte más baja de la caldera y es el último habitante y agricultor de la caldera. Hasta los 94 años Agustín Hernández Torres se dedicó a abrir y cerrar, cada día, mañana y tarde, la puerta de acceso a la caldera donde ahora encontramos una pieza a modo de homenaje a Agustín y su labor de conservación de este paraje único.
Un lugar con todos los reconocimientos y más
Monumento Natural, Paraje Natural de Interés Nacional, Espacio Natural de Canarias, Punto de Interés Geológico, Zona de Especial Conservación (ZEC), Área de Sensibilidad Ecológica… Todos estos rangos son declaraciones de protección a este monumento al que se reconoce el valor de su flora, fauna, geomorfología y patrimonio del que goza este espacio. Con todos estos títulos se conoce el lugar y, además, con las grandes muestras de satisfacción de sus visitantes.
Más de 100 especies distintas de vegetales, la mitad de la cuales son macaronésicas, endémicas, enraizadas en la variedad de microclimas de la caldera. Todas estas especies de flora y también la fauna de este entorno están desprotegidas ante las especies invasoras y la masificación turística. Tenerlo en cuenta debería ser imperativo si visitamos estos espacios, respetar el entorno como lo que es: un Monumento de la Naturaleza.
Visitar la caldera
Desde la puerta de “Agustinito” empieza un pequeño sendero que permite ir hasta las entrañas de la caldera.
De hecho, desde el mismo punto, hay dos rutas posibles: un paseo bien bonito por un sendero que va hasta abajo de la caldera y otro que recorre todo el borde (unos 3,5 km). El borde de la caldera tiene pronunciados desniveles en terreno inestable y un tanto vertiginosos en ciertos tramos. Es muy bonito recorrerlo, pero recomendamos tener experiencia en montaña para sentirse a gusto en la ruta circular de la caldera.
Sendero de bajada a la base de la Caldera de Bandama.
Otra opción es sentarse en el mirador de la caldera y dejarse llevar por el paisaje, el olor de la vegetación y los sonidos de los pájaros que sobrevuelan la caldera.
El nombre de está caldera proviene de Daniel Van Damme, un gran comerciante Flamenco y, se dice que el primero en explorar el interior de la caldera y cultivar distintos tipos de viñedos en ella. Actualmente podemos ver viñedos en todos los alrededores del municipio de Santa Brígida cultivados en negro picón.
Una curiosidad de los cultivos en terrenos volcánicos
El negro picón es una grava volcánica muy ligera que tiene una alta capacidad de retención de agua gracias a su porosidad y, además, no permite el crecimiento de malas hierbas. Es una maravilla la adaptación de los cultivos de cada región y terreno.
El Cenobio de Valerón
En la costa Norte de la isla, a unos 30 minutos de ciudad de Las Palmas, en el municipio de Santa María de Guía, hacemos una parada obligada. Este monumento histórico nos traslada a los primeros ocupantes de la isla, los aborígenes, viajamos unos 800 años atrás.
El Cenobio de Valerón fue un granero colectivo para los aborígenes. Hay más de 350 huecos excavados con herramientas de piedra y madera donde guardar grano, trabajarlo, almacenarlo, secarlo…, o donde vivir. Esto era posible por el terreno de toba volcánica.
La toba volcánica es una roca ígnea volcánica o de naturaleza del fuego porosa, ligera, formada principalmente por el depósito de cenizas.
La Montaña del Gallego alberga este santuario del grano y es que era un sitio de difícil acceso y estratégico para la vigilancia, protección climatológica y perfecto para guardar la humedad y temperatura que necesitaban para conservar el alimento.
Este yacimiento aborigen nos muestra unas sociedades que vivían de la agricultura, sobre todo del grano, y la ganadería. Disponían de unos sistemas de regadío muy bien ideados, así como los almacenes para las recolecciones.
Guías endémicos y la historia suena a cuento
La visita al cenobio es increíble y si, además, dejas que la historia te la cuenten sus guías, la experiencia es totalmente redonda. Muchas veces nos olvidamos de la figura del guía y, en realidad, nos perdemos esa parte de conocimiento en profundidad que el guía del sitio sabe, siente y provoca fascinación.
Y ahí también entra Marta, una de las guías del cenobio que nos explicó qué es el Salto del Pastor.
“El Salto del Pastor es una usanza necesaria de los pastores aborígenes de las islas para poder desplazarse entre los verticales paisajes que forman los barrancos y riscos de las islas para pastorear, sobre todo cabras”. Así lo cuenta Marta.
Se utiliza un palo, normalmente de pino canario (Pinus Canariense), y éste varía en su longitud según la necesidad de salto que se tenga que emprender.
Todo ello, muestra de un pueblo ingenioso, inteligente y muy, muy valiente.