El tren a las nubes ¡Viajeros a la Puna!
Argentina es un país enorme. Suena un poco a tópico, pero nada más fiel a la realidad. Y en un país gigante uno se puede encontrar desde paisajes con glaciares, selvas o desiertos, quizás habitados por etnias propias o por colonias llegadas de cualquier rincón del mundo, hasta infraestructuras construidas por el hombre que merecen una visita por su ubicación, por su impresionante construcción o por su belleza única. O todo a la vez. Y cuándo se dan las tres circunstancias entonces ya se trata de un destino joya. Así son Salta y el Tren a las Nubes, en el norte argentino.
Recientemente el Tren a las Nubes ha sido declarado, por National Geographic, como unos de los mejores viajes ferroviarios del mundo, así que es una magnífica oportunidad para visitarlo y entender el porqué de esa declaración. El trayecto tiene salida y llegada en la ciudad de Salta y se hace con la combinación de tren y autobús. Pero vamos a hacer una breve explicación de Salta antes de entrar a fondo con el Tren a las Nubes.
Así es Salta
La ciudad de Salta, capital de la provincia del mismo nombre y de poco más de medio millón de habitantes, es una ciudad relativamente cercana a la frontera con Bolivia. Y es que a la práctica el ambiente de sus calles tiene similitudes, étnicamente hablando, a lo que es el sur del país bolivariano.
La ciudad actual fue fundada por Hernando de Lerma el 16 de abril de 1582 y formaba parte de la ruta que unía el Puerto del Callao, en Perú, con Potosí, en Bolivia y como epicentro, y el puerto de Buenos Aires. De ahí nació su importancia estratégica y comercial y que, con sus altibajos, se ha plantado en pleno siglo XXI como un destino fascinante todavía alejado, por suerte, de la masificación turística.
Salta ya es por sí mismo un destino fascinante, muy diferente a todo lo que se puede ver en Argentina.
Y no será por falta de atractivos que Salta no esté turistificada, sino que lo es gracias a su relativo aislamiento geográfico y a la limitación de las conexiones aéreas. Y es que Argentina y sus atractivos turísticos no se pueden visitar fácilmente sino es en avión. A no ser que se disponga de mucho tiempo, claro, y se pueda hacer por otros medios.
En cualquier caso, en Salta, además del Tren de las Nubes, merecen ser visitados otros muchos reclamos como la plaza 9 de julio, el museo de arqueología de alta montaña, el cabildo, la catedral basílica, la iglesia de San Francisco, el convento de San Bernardo, el teleférico, el mercado de artesanías y por supuesto salir de noche por la calle para salir a cenar o tomar algo. Indispensable visitar y respirar el ambiente de las Peñas folclóricas de la ciudad y sobre todo el poder empaparse del ambiente a medio camino entre ciudad y pueblo que se respira en sus calles.
El tren a las nubes
Pero vayamos al grano. La línea de tren fue proyectada en 1905 pero no se empezó a trabajar en ella hasta muchos años después y no fue terminada hasta el 17 de enero de 1948.
La línea de tren se la conocía como el ramal C-14 y unía Salta, a tan solo 1.200 m, con San Antonio de los Cobres, a 3.760 m, para seguir hasta el paso de Socompa, en la frontera con Chile. En el otro extremo de la línea, Antofagasta, en el norte de Chile. En total, 951 quilómetros con 31 puentes, 21 túneles y 13 viaductos.
En 1972 se realizó el primer viaje turístico del tren visto el potencial de su paisaje y la infraestructura que conlleva por sí misma la línea de tren. Después de algunos contratiempos y servicios intermitentes, se relanzó de nuevo en 2014.
El nombre de "Tren a las Nubes" proviene de cuándo las locomotoras a vapor impulsaban el tren. Cuando se hacía una descarga de vapor, en determinadas condiciones y a baja temperatura, el vapor quedaba flotando estático un buen rato. Con ese efecto lo bautizaron como el “tren de las nubes”.
El trayecto en tren: ¿Una aventura o una experiencia contemplativa?
El tren a las nubes está considerado como uno de los viajes ferroviarios más altos del mundo, ya que asciende en su punto máximo hasta los 4.200 m.
El trayecto desde Salta es espectacular, aunque requiere la combinación de bus y tren, pues en algunos tramos la línea de tren está cerrada por seguridad.
La salida se hace en bus casi de madrugada. El paisaje progresivamente va cambiando de los frondosos bosques que rodean Salta hasta los exóticos cardones propios de los valles semi-áridos de las estribaciones de la cordillera andina. Nos adentramos en los paisajes conocido como la Puna.
Durante el trayecto en bus siguiendo más o menos en paralelo la vía ferroviaria se realizan varias paradas fotográficas, hasta llegar a 'Alfacito', un pequeño núcleo habitado donde los viajeros aprovechan para desayunar antes de reiniciar el ascenso a la cordillera.
La subida a la cordillera se hace por valles serpenteados por ríos de caudal irregular, de lecho pedregoso y condicionados a la época de lluvias, de gran anchura y encajonados por pendientes de diferentes tonalidades rojas, amarillas y marrones. A medida que ganamos altura desaparece por completo la vegetación.
El viaje sigue suma kilómetros por una carretera zigzagueante entre valles y montañas áridas hasta llegar a San Antonio de los Cobres.
El trayecto en tren propiamente dicho empieza en esta población situada en un paraje inhóspito, a 3.760 m, casi siempre azotado por un aire seco y frío, pero siempre bajo un cielo azul intenso debido a su altura. Allí cambiamos el bus por los vagones. En San Antonio la altura puede que pase factura a algunos viajeros, pero nada que no se pueda superar parándose un segundo y respirando profundamente.
Desde San Antonio iniciamos el trayecto en tren pasando por las 'Termas de Pompeya', 'Toconadito' y 'Mina Concordia' hasta llegar al imponente viaducto de la Polvorilla. Final de trayecto con el tren y parada fotográfica obligatoria. Y ojo con la respiración, porque nos encontramos a 4.200 m de altura, cota máxima de la línea ferroviaria.
Un alto en el que disfrutar del trato con la comunidad local, su mercado de artesanías y posiblemente el punto ideal para captar algunas de las mejores selfies de nuestro viaje aventurero por el norte argentino, siempre con el fondo del impresionante acueducto ferroviario.
Acabada la visita al viaducto se regresa vuelta atrás con el tren hasta San Antonio de los Cobres, donde los viajeros aprovechamos para almorzar en alguno de los restaurantes regentados por las comunidades locales. Gastronomía 100% con producto local, así que no esperéis mucha variedad, pero si autenticidad.
San Antonio de los Cobres, aunque se trata de una población pequeña, de escasamente 5.000 habitantes, tiene sus puntos de interés turístico.
Ya de regreso a Salta lo habitual es hacer una última parada en Santa Rosa de Tastil, uno de los mayores yacimientos arqueológicos de Argentina. La llegada a Salta se hace en plena noche.
En conclusión
En definitiva, el viaje en el tren a las nubes nos resultó una experiencia única. No es una aventura activa en el sentido similar lo que podría ser un trekking, por esfuerzo físico. Lo es, por sus paisajes únicos, por la altura a la que viajamos y por la combinación de medios de transporte, siempre en un ambiente de lo que podríamos llamar la argentina más étnica y profunda.
No es fácil ver turistas en Salta, a mi criterio un destino ideal para quienes todavía se consideran viajeros con espíritu aventurero o para quienes buscan destinos fascinantes todavía lejos de la masificación. Y por supuesto, una aventura y cita ineludible para los amantes de los ferrocarriles. ¿Os animáis?
Más información: http://trenalasnubes.com.ar