Volar en Chamonix es cumplir un sueño
Conversamos con Toni Triay ,un deportista de viento en muchas de sus modalidades. Toni empezó jugando con el viento a los 5 años, después de ver cómo, en la Bahía de Fornells, Menorca, se practicaba windsurf un día de Tramontana (viento de dirección Norte). Toni dice recordar que “no comprendía cómo esa gente se aguantaba colgada de la vela casi rozando el agua gracias al viento”.

Ahí empezó todo, windsurf, vela ligera, regatas de altura... Ahora es capitán de yate y, en su tiempo libre, practica todos estos deportes y, además, ciclismo, snowboard, esquí… El equipo de parapente le acompaña en todos sus viajes.
El emprendedor de vuelos
Júlia Miralles: ¿Cuándo empezaste a volar?
Toni Triay: Empecé en 2016 y lo hice porqué veía a un gran amigo volar en la isla de Menorca y un día decidí comprarme mi primer equipo de parapente. Leí mucho sobre cómo iniciarme y, con la ayuda de este amigo y los libros, empecé a practicar en tierra entendiendo la vela y cómo le afectaba el viento, hasta que hice mis primeros vuelos rasos en la playa de Cavallería, Menorca. Me levantaba a dos metros del suelo y mantenía la posición sin ganar altitud”.

Iniciación en serio
Es en ese punto que Toni decide tomar un curso de iniciación en Ager, para poder sentirse seguro y poder aprender, de verdad, a volar en sus primeros vuelos monitorizados.
Ahora Toni nos cuenta que lleva realizados unos 400 vuelos. “No son muchos”, nos dice. Pues, a mí -Júlia-, que solo he hecho 3 biplazas … ¡Me parecen muchos!

¿Qué sientes cuando vuelas?
T.T.: Debe ser un cúmulo de sensaciones más que excitantes. Toni Triay: “Casi siempre te da felicidad, te ves ahí arriba y te crees un superhombre” (…) “Son sensaciones muy profundas. Cuando tienes un poco de pausa y calma te quedas como meditando. Estos momentos son pocos, pero intensos. Siempre estoy pendiente de la vela, de las condiciones cambiantes de mantener una buena orientación (…) Cuando estas ascendiendo una térmica, cierras los ojos y sientes la vela y el aire levantándote y tirando de ti ¡Es una sensación buenísima! Muchas veces siento gratitud por estar volando. Pienso que hay mucha gente que no podrá sentir nunca esa sensación que yo siento y lo cierto es que ¡Me encantaría que todo el mundo lo pudiera probar!”.
"Pero también hay momentos de muchos nervios”T.T.
“Toma de decisiones, que pueden ir bien o no, y lo que está claro es que no te puedes permitir que no vayan bien. Las sensaciones son bastante extremas, sobre todo cuando las condiciones son duras: turbulencias, nubes de desarrollo vertical, que te pueden absorber… Tienes que estar constantemente anticipando tus pasos y conocer bien cómo actuar ante las adversidades. Esto es lo que más me atrae”. Hay que prever todo lo posible, nos dice Toni y añade: “Al final, es la aventura de poder intuir cómo irá, pero nunca saberlo con exactitud, ya que las condiciones en las que te encontrarás, realmente, solo las sabes cuando ya estás volando”.

Las condiciones en el aire pueden ser muy cambiantes y esto puede suceder en un instante. Toni nos cuenta cuáles son sus condiciones ideales para volar: “Cuando hay un térmico potente, estable, con sol, con cúmulos (nubes de bajo nivel) y poco viento. Una térmica es una columna de viento que se forma con el calentamiento del sol en el suelo. Esto crea una columna ascendiente de aire que te permite ascender de forma circular, creando una especie de espiral ascendiente, que hay que aprovechar para ascender” (…). Sucede y es cuestión de: ¡Ya!”.

¿Cuál es tu vuelo soñado?
T.T.: “Uno de los vuelos sueño y objetivo era Chamonix, volar en la cuna del parapente ¡Tenía que hacerlo!”. Y lo hizo. “También tengo como objetivo Colombia, volar en el valle de Cauca. Aunque, uno de mis sueños… que no sé si podré cumplir, es volar Himalayas o Pakistán… ¡Estos son mis sueños!”

Una de las aficiones familiares es ir a esquiar y este año se dirigieron a Chamonix y cómo no, en el equipaje también había espacio para el parapente. No era la intención de viaje, pero una vez ahí la entraña le gritaba el vuelo. Se dirige a Le Brévent, uno de los dominios esquiables de la extensa zona de Chamonix. Es una zona donde hay empresas que hacen vuelos y biplazas. Son los vuelos que se pueden hacer sin experiencia, con un piloto. Hay una zona en una pista de esquí que se usa para despegar, a la que se puede llegar en telecabina.

“Yo me pasé casi todo el día para poder hacer este vuelo de tan solo 20 minutos. (…) Volar en Chamonix es volar entre montañas enormes. Dan mucho respeto y también mucha emoción, la de estar volando en un sitio mítico, ya que es dónde se ‘inventó’ el parapente. ¡Esto lo hace muy especial!”. Toni Triay.
Y sigue: “Tengo muchas ganas de volver en primavera, ya que en invierno no se puede hacer un vuelo muy largo, es un vuelo de descenso y, aun así, es una sensación indescriptible. Volar con las vistas del Mont Blanc, ver todos los pueblos nevados… ¡Es una pasada!”.
Nos emociona el grito que hace Toni al despegar y le preguntamos: ¿Qué es ese grito de dónde sale?
Toni riendo: “Son gritos de descarga de la adrenalina; de los nervios que pasas antes del despegue; de todo el día que llevas maquinando hasta ver la opción clara; de hablar con gente que no conoces, que no sabes si van a responder bien, si te ayudarán…; de toda la preparación y también de la mitificación que uno se hace en la cabeza sobre ese vuelo. Y, cuando te encuentras corriendo y ves que vas a despegar …: ¡Ya! Es un grito de ¡He podido!, ¡lo he hecho!, ¡lo estoy haciendo! Y sientes la tranquilidad. Todo está bien. La vela está bien. El despegue ha sido bueno y el vuelo también lo será … Satisfacción de haber conseguido un objetivo así”.
Así nos lo cuenta Toni Triay y así os lo transmito.
¡Qué ganas de volar!
¡Nos vemos en las montañas!