Caminar tramos cortos y rápido quema hasta un 60% más de calorías que un paseo largo
La idea de realizar ejercicios en sesiones cortas ha cobrado fuerza en la comunidad científica, con beneficios que se extienden más allá de la comodidad.
Un reciente estudio dirigido por un equipo de fisiopatólogos de la Universidad de Milán, publicado en Proceedings of the Royal Society B, ha descubierto que caminar o subir escaleras en intervalos cortos consume entre un 20% y un 60% más de energía que si se realizan estas mismas actividades de manera continua.
Este hallazgo no solo desafía lo que se sabe sobre el costo metabólico de caminar, sino que podría revolucionar nuestras rutinas de actividad física, haciéndolas más eficientes sin necesidad de alargar los entrenamientos.
La importancia del estado metabólico no estable
El concepto de estado metabólico estable se refiere al momento en que el cuerpo alcanza un ritmo constante de consumo de energía tras realizar una actividad física por un tiempo prolongado.
Sin embargo, el estudio de Milán se centró en explorar lo que sucede cuando las personas realizan ejercicios en ráfagas cortas, donde no se alcanza ese estado estable.
Para esto, los investigadores reclutaron a diez voluntarios que caminaron en una cinta o subieron un tramo corto de escaleras en intervalos de entre 10 segundos y cuatro minutos, usando máscaras para medir su consumo de oxígeno, que es un indicador de la energía gastada.
Arrancar y detenerse, un mayor gasto energético
Los resultados mostraron que en períodos de caminatas breves, el consumo de oxígeno era mucho mayor que cuando la actividad se realizaba de forma continua.
Los voluntarios que caminaban en intervalos cortos o subían y bajaban escaleras en ráfagas experimentaban un aumento en el gasto energético de entre un 20% y un 60% en comparación con aquellos que mantenían un ritmo constante por el mismo tiempo y distancia.
Esto se debe, según los investigadores, a que el cuerpo consume más energía al iniciar una actividad repetidamente que cuando se establece en un ritmo estable.
En términos comparativos, se asemeja al funcionamiento de un automóvil que, al arrancar desde una posición de reposo, consume más combustible que al desplazarse a velocidad constante.
Este “coste de arranque” se traduce en un mayor uso de oxígeno y, por tanto, de energía en las actividades de corta duración.
Ejercicio en intervalos, una estrategia para maximizar el rendimiento
Además de ser una alternativa eficiente, realizar sesiones cortas de ejercicio puede tener importantes beneficios para aquellos que buscan optimizar su gasto energético o que disponen de poco tiempo.
La propuesta de los investigadores es clara: en lugar de realizar una caminata prolongada a ritmo constante, realizar varias caminatas cortas o subir y bajar tramos de escaleras en intervalos puede ser una estrategia más eficaz para quemar calorías y fortalecer el sistema cardiovascular.
Estos pequeños intervalos de movimiento, además, pueden adaptarse mejor a la vida diaria y hacer que las personas se sientan menos fatigadas en comparación con sesiones de ejercicio prolongadas.
Para personas con agendas ajustadas, alternar entre momentos de actividad y descanso breve podría ser la clave para mantenerse activas sin necesidad de largos entrenamientos.
Desafíos y oportunidades para el ejercicio físico
El hallazgo también plantea desafíos en el diseño de programas de actividad física, donde generalmente se busca alcanzar un estado metabólico constante para optimizar el ejercicio.
Sin embargo, la evidencia presentada sugiere que el cuerpo se adapta a intervalos cortos y responde con un gasto energético mayor.
Este enfoque se alinea con entrenamientos como el HIIT (entrenamiento de alta intensidad en intervalos), que también alterna entre periodos intensos de actividad y pausas, maximizando el esfuerzo físico en menor tiempo.
De acuerdo con los expertos de la Universidad de Milán, la eficiencia de las sesiones de ejercicio en ráfagas breves podría beneficiar a personas que buscan una mayor quema de calorías o fortalecer su sistema cardiovascular sin necesariamente aumentar la duración total del ejercicio.
Aunque el impacto a largo plazo de estas prácticas todavía está bajo estudio, la investigación abre una ventana a nuevas formas de ejercitarse, optimizando el esfuerzo y alcanzando resultados más efectivos en menos tiempo.
Un cambio de paradigma en la vida cotidiana
Para muchos, el ejercicio en intervalos cortos y de alta intensidad podría ser una solución ideal. En lugar de buscar oportunidades para realizar caminatas largas, moverse en ráfagas puede ayudar a incorporar más actividad en la rutina diaria sin sacrificar demasiado tiempo.
Esta propuesta ofrece la posibilidad de aprovechar los beneficios de caminar sin necesidad de largas sesiones, algo que podría transformar los hábitos de muchas personas en entornos urbanos.