Aventura a vela por Ibiza. Un atractivo reto con sabor a tradición
Iniciar una travesía hacia Ibiza es haber decidido que dejamos que el mar se abra ante nosotros y que estamos dispuestos a ser un “casi nada” en medio del azul.
La experiencia a bordo será única. Como lo es cada vez. Distinta siempre, aunque repitas fechas o trayecto. Será sensación pura, con cada brisa o golpe de viento, con cada ir o venir de olas, con cada avistamiento de fauna. Y, cuando lleguemos a Ibiza, empezará otro tipo de aventura.
Itinerario
Pondremos rumbo a Andratx (Mallorca). Descansaremos allí una noche. Al día siguiente, cruzaremos a Ibiza. El Port d'Andratx es un puerto natural encantador, pequeño y muy bien cuidado. Está situado al oeste de Palma, en la isla de Mallorca. Ofrece una marina totalmente equipada y se puede amarrar sin problema. Es relativamente económico. Le rodean calas de aguas transparentes como la Moragues, cala Llamp o cala d’Egos. Su ubicación es privilegiada. Cuenta con 450 amarres y estás a solo 5km del pueblo de Andratx.
Preveyendo condiciones favorables, el primer trayecto durará unas 20 horas. Son casi 250 millas; y de Andratx a Ibiza serán otras diez horas. Son unas 65 millas. La media general de marcha será de unos 7 nudos.
De Mallorca a Ibiza, la navegación en alta mar será con luz de día y llegaremos antes de la puesta de sol. Por tanto, llegar y primer baño. Luego cena en tierra y a descansar en el camarote con el barco quieto.
Teníamos Plan B
Hemos asegurado la previsión de meteo, pero nunca se sabe del todo. Siempre hay que tener Plan B.
Ya podemos adelantar que nos ha soplado Gregal y la bajada ha sido una delicia, pero si nos hubiera pillado Garbí, hubiéramos abordado Mallorca por Formentor y hubiéramos bajado a Ibiza por la costa sur.
Distinta pero también una preciosa opción. Totalmente planteable para la próxima ocasión. Formentor... tan lindo que estremece.
Preparativos listos. Levamos ancla
Sí, levamos ancla, recogemos cuerdas y nos dirigirnos mar adentro porque la aventura comienza, pero no a todo gas. Vamos en velero. Son las ocho de la tarde. Buena hora para salir. Nos permite un buen programa.
Vamos dejando atrás el puerto de Palamós, de donde hemos partido, y nos balancean los suaves vaivenes de una extensa y dilatada calma. Esperamos que solo la rompa la necesidad de estar atentos a las condiciones meteorológicas, el timón y las velas.
Llevamos casi tres horas de navegación plácida. Hemos visto y admirado cómo el sol se hundía en el horizonte. El viento ha amainado y la mar cada vez más plana. Es el momento de la cena a bordo. Charla, risas y algunos silencios y suspiros provocados por la espectacularidad de la noche.
Momento de organización de guardias, del reparto de descansos. Siempre hay que tener un vigía alerta. Al amanecer, habremos hecho ya medio viaje.
El amanecer en el mar. Sin palabras
Hemos descansado poco, pero qué más da. Forma parte de la experiencia. Escalofríos que recorren nuestro cuerpo. Son esos instantes fríos del alba que, en este caso, combinan temperatura y emoción. No hace falta hablar, movimiento, olor y luz lo llenan todo.
Los rayos de sol empiezan a calentarnos. Nos ponemos las gafas porque la luz es muy intensa. Revisamos que todo marche bien. Seguimos.
Avistamos costa mallorquina. El Port d’Andratx
Han pasado ya las primeras 20 horas previstas. Aplaudimos. Gritamos: ¡Tierra! Sí, ya la vemos y por eso no hemos querido renunciar al grito aventurero. Primera parada. Atracamos en el Port d’Andratx.
No bajamos. Barco quieto. Cena en cubierta. Repaso del día. Más recuerdos para nuestro diario de navegante. Más planes para el día siguiente y hoy a dormir todos. Mañana navegaremos de día, rumbo al sur. Entre islas. De Mallorca a Ibiza.
Estamos en Ibiza
Han pasado unas 10 horas. Tierra ibicenca. Ahora, sí.
Atracamos en el puerto de Ibiza. ¡Alerta! Sobre todo, en verano, hay que haberlo reservado con antelación.
Ya en Ibiza: descubierta slowly versus trendy
Fiesta y yoga. Son los dos términos que más comúnmente vienen a la mente, por igual, cuando pensamos tópicamente en Ibiza. Pero Ibiza es mucho más y, en este caso, nuestro objetivo no es ninguno de estos dos. Nos quedamos con otra de las palabras que se adjuntan a la way of life que permite la isla, la nuestra es slowly.
A ritmo suave, vamos a buscar la magia de los paisajes y la tradición: sensación y experiencia. Queremos naturaleza en estado puro, sobre el agua y bajo el agua y queremos saborear tradición.
Plan de ruta: rodeo a la isla con mapa náutico.
Primero, el sur. Paradisíaco y fascinante
Sí, empezamos por el sur. Queremos disfrutar de sus aguas cristalinas y rocas calizas.
En este rodeo encontraremos largas playas como la Platja d’en Bossa o Es Cavallet. Nosotros optamos por más calma y soledad, ¿más virgen? Pues empecemos por Ses Salines.
Y sigamos por Sa Pedrera. Una pequeñísima cala realmente insólita.
A continuación, no nos perderemos por nada del mundo el islote Es Vedrà, casi una escultura montañosa que emerge verticalmente desde el agua hasta una altura de 382 metros. La relación entre tamaño y altura impacta. Acercarnos con un kayak es una buena diversión.
Es Vedrà tiene fama de entorno enigmático y de él se cuentan muchas curiosidades. La hacen insólita sus leyendas como la torre del pirata; sus lagartijas azules que se mimetizan más con el agua que con las rocas por las que se mueven: las cabras que la pueblan y observan fijamente a los que se acercan al islote; la fuerza energética que cuentan que tiene; o el detalle de un pequeño faro que más que visible parece escondido.
Y, desde Es Vedrà, un fondeo con buena arena en las preciosas aguas de Cala Tarida. Muy cerca. Y, próxima a Cala Tarida, está Es Codolar. Virgen, agreste. Para no perdérsela.
Seguimos hasta el punto más oeste de Ibiza: Playas de Cala Comte, sus aguas son turquesas y desde ella se divisan las islas de Es Bosc, Sa Conillera, Ses Bledes y S’Espartar. En más de un ránking, Cala Comte aparece como una de las 10 playas más bellas del mundo. Su orientación oeste hace que la puesta de sol sobre sus aguas cree un escenario de película.
Cambio de coordenadas
Cada día, en cubierta, hacemos planes para el día siguiente. La decisión es seguir costeando hacia el norte y, con el dinghy, la barquita hinchable, seguiremos acercándonos a los puertos y calas. En tierra firme, visitaremos pueblos y rincones, que compiten con la belleza del mar y es difícil decir quién gana la partida.
El Norte, naturaleza salvaje y pueblos que saben a ayer
El Norte, probablemente la zona más salvaje y, al mismo tiempo, la más tranquila, con bosques de pinos y aguas que combinan toda la gama de azul, desde un suave turquesa hasta el azul más intenso. Algunos son tan pequeños que las imágenes a recordar son solo dos: iglesia y calle. Su encanto reside en su sencillez. Nos movemos de noroeste a noreste.
Cala a cala, pueblo a pueblo
Empezamos por Cala d’Aubarca. ‘”Zona de especial interés Natural” con paisaje típico del norte de Ibiza: frondosos bosques de pinos e imponentes acantilados. Bajo ellos, el mar. De difícil acceso a pie. Ideal para aproximar-nos en barco y disfrutarla en imponente soledad.
Seguimos por Es Canaret: Aún muy desconocida. Es minúscula. Se encuentra junto a Cala Xarraca: ésta, de visita obligada para los amantes del snorkel. Aguas turquesas y fondos arenosos.
Visitamos dos pueblos de interior. Primero Santa Gertrudis de Fruitera, justo en el centro de la isla. Yendo de regreso a la costa, pasamos por Sant Miquel de Balansat. Ambos simples, nítidos, tradicionales al máximo, con la hospitalidad que brinda la sencillez. Los iluminan el sol y la blanca cal de sus paredes.
Otra cala: Punta Galera– A tocar de Portinatx, es una de las más conocidas por nudistas y amantes del buceo. No dispone de arena, pero podemos tumbarnos en enormes placas de piedra lisa.
Nos desplazamos a Cala d’en Serra: También muy cerca de Portinatx y también minúscula. Imprescindible llevar escarpines por sus rocas y erizos. Teníamos ganes de bucear un rato y es la mejor forma de aprovechar esta cala al completo.
Volvemos a acercarnos a Ibiza Ciudad. Hoy, a cenar.
Saboreamos tradición con el paladar y aprendemos historia de Ibiza. La gastronomía forma parte de esta aventura. El placer de degustar una ensalada de dulce tomate de secano, propio de la isla, comprado en uno de los mercados de la isla, y servido en cubierta, redondean la experiencia. Los restaurantes son otro de los escenarios de tierra.
Pescado en primer plano
Algunos ingredientes básicos ya los hemos conocido en las inmersiones. Ahora conoceremos su otro tipo de valor. Ver muy de cerca ingrediente tras ingrediente y conocer el origen de cada plato tradicional nos permite transportarnos a estadios históricos, culturales, pasados y presentes que han generado, y generan, tradición y cultura. Materias primas excelentes. Elaboraciones de origen relativamente sencillo, de una tradición que, degustando, comprendemos.
Nos ha gustado hablar con Pedro Tur, cocinero y gerente del restaurante Sa Nansa, cocina ibicenca de mar en Ibiza Ciudad. Pedro nos ilustra a la perfección sobre esta conexión entre gastronomía y tradición y nos da a conocer y a degustar los ejemplos más claros y sabrosos.
Para empezar, un entrante de gamba roja ibicenca a la sal o al ajillo. “Eso sí, siempre entera”, apunta Pedro Tur y sigue: “Es la “aristeus antenatus", la misma especie que la de Palamós, Denia, Huelva, la Garrutxa o Sóller. “En todos los casos, se captura a unos 600 metros de profundidad”, nos ilustra Pedro Tur, “pero quizás la ibicenca, al estar en unas aguas más cristalinas, sea de más sabor y calidad”.
Del pescador que cocina al cocinero de pescado
Y del marinero que subsiste al comensal que degusta. Como plato principal, optamos por sentir esencia tradicional ibicenca. Para ello, podemos elegir un guiso como “borrida de ratjada”, “salmorra de pescado de roca” o “bullit de peix”. Difícil decidir en cuál de ellos queremos acabar mojando pan. Quizás nos ayude conocerlos más de cerca, historia y receta.
Son tres platos de marineros, de receta muy antigua que aún hoy se siguen cocinando a bordo mientras se faena. Lo que prima es el producto, pescado fresco. Es lo que siempre hay a bordo. Un barco de arrastre está unas 12 horas en el agua (desde medianoche hasta media tarde). El trabajo es duro. Se precisa un menú contundente.
La “borrida de ratjada”, es un guiso de aletas de raya con patata. Lleva una picada a base de pan frito, ajo, perejil, sal, pimienta, azafrán e hígado de la misma raya También un sofrito de pimiento rojo, verde, y cebolla, se guisa todo junto en una cazoleta, preferentemente de barro.
En la “salmorra” como el “bullit de peix”, la primera parte del plato consiste en cocinar con un sofrito simple de ajo, pimiento y sal diferentes pescados previamente cortados a pedazos y hervidos con agua. En el caso del “bullit de peix”, se agregan patatas y judía verde y se riega todo con un alioli suave de ajo. En el caso de la “salmorra” solo se aliña con sal gorda, aceite de oliva, zumo de limón y caldo del mismo pescado todo disuelto.
Estos dos últimos se comen siempre con arroz hecho con el caldo resultante de hervir los pescados. De aquí, arroz a banda (aparte). “Yo también doy la opción de la fideuá a banda. El fideo es tan buen complemento como el arroz”, nos dice Pere Tur. El punto de cocción justo está entre los 4 o 5 minutos, según el corte. Producto y rápido tiempo de cocinado hicieron de estos platos un menú eficaz. “Mientras se comía el pescado de primer plato, se cocinaba el arroz -caldoso, seco o meloso-. No olvidemos que el plato tiene su origen en los barcos de pescadores en los que el ritmo de trabajo era y es imparable. No era una comida de placer”, nos cuenta Pedro Tur. Placer lo es para nosotros el poder degustarlos hoy en un restaurante. Al final, hemos mojado pan en todos.
En el postre, compartiendo un “flaó” (tarta heredera de la dominación árabe de la isla, hecha a base de queso fresco con hierbasana, huevos y azúcar), que ya aparece en textos de Ramon Llull en 1.283, comentamos: la vuelta a casa desde Ibiza quizás la hagamos dirección Denia. Así, veremos nuevos paisajes de las costas valenciana y catalana. Pero eso ya lo decidiremos. Ahora, la aventura continúa.