El Kilian Jornet más auténtico y cercano se desnuda en La Revuelta
Los que no lo conocemos personalmente, pocas veces hemos visto a Kilian Jornet tan cercano como se mostró esta semana en ‘La Revuelta’, con una autenticidad que raramente se ve en el mundo del deporte de élite.
En una entrevista conducida por David Broncano, el atleta catalán –criado a 2.000 metros de altitud en un refugio de montaña– desnudó, sin filtros, tanto sus hazañas más extremas como sus reflexiones personales y medioambientales.
Un niño de la montaña
Desde muy joven, la montaña fue su hogar y escuela. Jornet, hijo de un guía de montaña y una instructora de deportes en altitud, creció en un entorno donde el ejercicio y la naturaleza iban de la mano.
“Ni siquiera recuerdo la primera vez que subí a una cumbre”, confesó, evidenciando una conexión tan profunda que la ciudad y la playa le resultan casi ajenas.
Recuerda con asombro su primer encuentro con el mundo urbano y las playas, donde le impactó el asfalto y los edificios, contrastando con la libertad y el silencio de las montañas.
A los 12 años ya se unía a una agrupación ciclista y no dudaba en lanzarse a las ascensiones, comentando con picardía a los veteranos: “me encantaría que no terminara esta subida”. Esta determinación y sed de desafíos lo han acompañado a lo largo de toda su carrera.
Hazañas y retos inimaginables
La carrera de Jornet se ha labrado en el filo de lo imposible. En ‘La Revuelta’, relató con asombro y cierta dosis de humor cómo, en una jornada normal de entrenamiento, acumula alrededor de 5.000 metros de desnivel positivo y dedica en promedio seis horas diarias a la montaña.
Entre sus logros, destacó su asombroso ascenso al Mont Blanc en apenas cinco horas, un recorrido que para muchos alpinistas representa un desafío de toda una jornada.
Pero no todo han sido días soleados en la cumbre. Durante uno de sus proyectos en los Pirineos, Jornet encadenó más de 40 horas de actividad ininterrumpida, durmiendo una sola hora, hasta el punto de quedarse dormido al volante de su bicicleta.
“Me salí de la carretera… y suerte que me pitó un coche”, recordó con una risa nerviosa, subrayando lo surrealista de estas maratónicas jornadas.
Quizás uno de los episodios más estremecedores fue su experiencia en el Everest. Aunque logró ascender en 26 horas y descender en 34 sin oxígeno ni cuerdas fijas, Jornet confiesa que no se encontraba “al 100%” ese día debido a malestares gastrointestinales y una alimentación nula.
Cinco días después, en condiciones aún más adversas –con apenas medio litro de agua (¡que incluso se congeló!)– se enfrentó a una situación límite en la que, en medio de una tormenta a 8.000 metros, experimentó una alucinación que lo dejó helado: “Mi mente tuvo un blackout y, en un momento, pensé que un chaval me acompañaba en el descenso”.
Consciente de que aquella figura no era real, se vio forzado a detenerse, oxigenar su cerebro y, sobre todo, decidir si aquel salto de fe era producto de un sueño o la cruda realidad que podía costarle la vida.
Récords y Proyectos
La trayectoria deportiva de Kilian Jornet está marcada por victorias y récords. Con apenas 20 años se coronó ganador del Ultra Trail du Mont Blanc, siendo el participante más joven en la historia de la prueba. Desde entonces, ha dejado huella en competencias como Zegama Aizkorri, Giir di Mont o Dolomiti Skyrace, y ha establecido marcas de velocidad en recorridos tan exigentes como el Kilimanjaro, el GR20 de Córcega o la Transpirenaica.
En 2012 emprendió el ambicioso proyecto “Summits of my Life”, con el objetivo de batir récords de velocidad en cumbres emblemáticas –Mont Blanc, Cervino, Denali, Aconcagua, entre otras– de la forma más pura y minimalista posible.
Y, lejos de quedarse en el pasado, en 2024 sumó su undécima victoria en Zegama Aizkorri, rompió récords históricos en Sierre Zinal y completó un desafío colosal: en tan solo 19 días, coronó 82 cimas de más de 4.000 metros en los Alpes, combinando trail running, alpinismo, escalada y ciclismo.
Éxito y futuro
Lejos de glorificar únicamente sus hazañas deportivas, Jornet se mostró sorprendentemente cercano al hablar de su vida personal y sus prioridades.
En un momento en el programa, tras reducirse a una sola pregunta sobre dinero –en lugar de las clásicas interrogantes sobre sexo y economía– el corredor admitió que ha ganado “más de lo que necesito”, situando en su cuenta entre 150.000 y 200.000 euros.
Pero su reflexión fue mucho más profunda: “Cada vez que pienso en comprar algo o en hacer un viaje, me pregunto: ‘¿Realmente lo necesito?’”. Esta filosofía lo ha llevado a reinvertir gran parte de sus ingresos en proyectos medioambientales, con la firme intención de dejar como legado un planeta mejor para sus hijas.
Para el atleta, la vida no se trata solo de romper récords, sino también de mantener un equilibrio entre la pasión por el deporte y la salud. “No quiero tomar drogas y eso de correr 40 horas es a veces lo mismo. Es lo más parecido”, comentó, subrayando la delgada línea entre la superación personal y los límites del cuerpo humano.
Vaya vaya, aquí hay playa
Otro aspecto curioso de la entrevista fue su relación con lugares tan disímiles como la montaña y la playa.
Aunque actualmente vive a apenas 20 metros del mar, Jornet admite que la playa es un entorno que le resulta casi ajeno. “La vista desde la cima de una montaña siempre será más atractiva que la orilla del mar”, afirmó.
Una anécdota que quedó en el recuerdo cuando, tras competir en una carrera de la Copa del Mundo de skyrunning, él y su mujer decidieron pasar una semana en Isla Reunión.
La experiencia resultó tan extraña que, en lugar de disfrutar del ambiente playero, optaron por cambiar los billetes y regresar a esquiar apenas un día después de haber llegado.
La entrevista en ‘La Revuelta’ permitió vislumbrar a un Kilian Jornet sin máscaras, mostrando tanto la fortaleza de un atleta que vive para desafiar los límites como la sensibilidad de un hombre consciente de su entorno y del legado que desea dejar.
Entre relatos de ascensos vertiginosos, episodios límite y reflexiones sobre el consumo y la sostenibilidad, el corredor catalán reafirma que su vida está dedicada, por encima de todo, a la montaña.
Un estilo de vida que, a pesar de sus extremos, le ha permitido ganar mucho más que trofeos: le ha permitido conservar una conexión con la esencia de la vida.