¿Quieres recorrer los Picos de Europa sin perderte lo esencial?
El Parque Nacional de los Picos de Europa está formado por 3 tres macizos montañosos situados en la parte central de la cordillera Cantábrica y contiene las cimas más altas del Cantábrico. Se divide en 3 macizos: el Occidental o Cornión que fue el primer parque nacional español, creado en 1918 y que se llamó “Parque Nacional de la Montaña de Covadonga”, el Central o de los Urrieles, y el Oriental o de Ándara. Este Parque Nacional, de 67.000 hectáreas, es el tercero más visitado de toda España. Se encuentra entre las comunidades de Asturias y Cantabria y la provincia de León.
Es una tierra llena de contrastes. Por una parte: inmensidades como los propios Picos o sus prados; por otra: rincones y pequeños detalles, de postal, de tradición. Es uno de esos lugares que te hacen decir: “No te lo puedes perder” y en el que descubres lo más insólito y genuino cuando te pierdes por él.
De lugar “único” a reserva de la biosfera
- En 1918, se reconoció el "Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, el macizo de Peña Santa" por ser un lugar “único”.
- En 1995, a partir del establecimiento de un modelo de gestión que aseguraba la conservación de sus valores naturales y el desarrollo para sus pobladores, las Cortes Generales españolas aprueban la declaración del Parque Nacional de los Picos de Europa.
- En 2003 la UNESCO reconoce el valor natural de los Picos de Europa.
- Actualmente el Parque Nacional de Picos de Europa es Reserva de la Biosfera.
El recorrido esencial y sus imprescindibles
Por este orden, recorreremos: Cangas de Onís, Covadonga, Poncebos, Garganta del Cares y Potes. En ellos y entre ellos: magia paisajística, rincones inimaginables y la posibilidad de un “sin parar” para todo tipo de visitante. Eso sí, el visitante tiene que ser amante de la naturaleza porque la zona de Picos es naturaleza pura.
Aparte de eso: familias, montañeros, paseantes… Ávidos de la actividad física y ávidos del descanso o ávidos de un poco de cada. Sea cuál sea el caso, habrá un elemento común: la gastronomía. Es una zona que: “SÍ quieres que te la den con queso” porque, con Denominaciones de Origen Protegida bien merecidas, en la zona de Picos de Europa, quesos encontramos allí donde vayamos.
Cangas de Onís
Iniciamos el recorrido en Cangas de Onís e iremos hacia el Parque Nacional de los Picos de Europa. La población está atravesada por el río Sella, un río costero que nace en los Picos de Europa y va a desembocar al mar Cantábrico. Es corto, bravo y precioso. Además, es uno de los ríos salmoneros más importantes de España. Dejemos que a Cangas la definan desde Asturias: “Regia e histórica, montañosa y montañera, comercial, ribereña, tierra de pastoreo y ganado, de mercado, de buenos quesos y mejor cocina, testigo de la historia. Así es Cangas de Onís”.
En la vida de Cangas de Onís está presente la cercanía de la montaña y no solo porque desde ahí puede verse si no porque, en sus calles, es habitual ver montañeros que se han fijado uno u otro reto en Picos y están de paso. Objetivo: ascensión. También porque hay muchas tiendas con material de montaña por si a alguien necesita o se enamora de algo. E incluso porque los que están oliendo y degustando los extraordinarios quesos de Picos de Europa están ante un producto que tiene ese sabor, en parte, porque proviene de la leche de cabras, vacas u ovejas que han pastado en majadas de altura.
Si es domingo, día de mercado semanal, habrá quién esté disfrutando de la oportunidad de conocer la gran variedad de productos artesanos que se venden en Cangas provenientes de los pueblos y “caserías” de los alrededores.
En Cangas de Onís se respira actividad, ires y venires. La de los que, plano en mano o siguiendo las indicaciones del GPS buscan el rincón más bucólico o quieren saborear otro tipo de cultura, la más histórica y, por eso, se dirigen hacia el puente ojival sobre el río Sella. Es el puente medieval, “Puente romano”, una de las imágenes más fotografiadas de Asturias.
La Cruz recuerda la victoria cristiana sobre los musulmanes en la batalla de Covadonga y simboliza “protección ante el enemigo”. Una de las inscripciones de su reverso dice: “Quienquiera que pretendiera arrebatar este don nuestro, así perezca por el rayo divino”.
Otros de los paseantes preguntan por el Mirador de Següencu porque, probablemente, algunos de los hospitalarios 4.500 habitantes de Cangas ya les hayan contado que la panorámica sobre los Picos de Europa avistable desde ahí es insuperable. Así pues, Cangas de Onís es tierra de paso hacia la meseta. Hacia el macizo de las Peñas Santas o del Cornión, el occidental, que es el más visitado. Extraordinario primer paso del recorrido.
Covadonga
Desde Cangas de Onís, reemprendemos ruta y nos vamos a Covadonga. Está a solo 9km. de distancia. Para hablar de Covadonga, podemos elegir entre destacar su valor histórico porque fue el primer reino cristiano peninsular y, a partir de ahí, reinados, luchas, conquista y reconquista. O bien, podemos optar por su valor espiritual, ya que es referente de devoción mariana. O podemos decantarnos por la Covadonga natural, de gran diversidad y belleza a lo que se ha unido el esfuerzo por preservarla. Pero la primera vista de Covadonga, cuando te acercas a ella, no te permite optar. ¿Historia, espiritualidad, naturaleza…? Simplemente, te impacta. Seguro que es por el eco de todo. Una maravilla.
Lo primero que se ve al entrar en Covadonga es la Peña del Auseva. Entre el espeso arbolado, está la Santa Cueva casi colgada de la roca. Debajo de ella, una cascada de aguas cristalinas. Según cuenta la tradición, fue la Virgen quien ayudó a Don Pelayo a conseguir esa victoria, considerada la primera de la Reconquista de España.
La Basílica de Santa María la Real de Covadonga está construida en piedra caliza rosa y, como dicen los lugareños, brilla incluso en los días más grises.
En el exterior, ahora, la mirada se dirige hacia arriba. Hay que conocer los lagos de Covadonga, el Enol y La Ercina. Desde Covadonga, para llegar al lago de Enol (el primero) hay que recorrer 10 Km de una carretera que salva 680m de altura, con pendiente próxima al 7%.
Una vez ante el Enol, estaremos a 1.070m de altura entre el pico Mosquital (1268m), la Porra de Enol (1274m) y el Cerro de Sobornín (1183m). En medio, el lago, de un color verde esmeralda oscuro e intenso.
A unos 600m del Enol, está el lago La Ercina. Es más pequeño y menos profundo (máximo 3m). Está a 1.108 msnm e, igual que el Enol, su origen es glaciar. Ambos lagos están separados por la Picota de Enol, donde está el mirador Entrelagos o de La Picota. Desde ahí, respiramos profundo y admiramos.
Es una media montaña muy atractiva para la práctica de senderismo parten caminos hacia otros miradores como el del Rey o el de Ordiales y también hasta las Peñas Santas de Enol y la de Castilla (2596m).
En verano, aquí pastan las vacas casinas y las ovejas lachas, que tienen mucho que ver con el queso Gamonéu de la zona. Este queso se elabora con leche de vaca, cabra y oveja o bien combinando solo dos de estos tipos de leche. Como dicen, el Gamonéu: un queso de los colores del Parque Nacional de Picos de Europa.
Estamos en zona de pasto alto, con majadas, con cercas de madera o de piedra (cuerres) y con huellas de trabajo humilde y entregado.
Poncebos
De queso a queso.
Ahora llegamos a la zona del queso de Cabrales. Río Gueña arriba, por Onís, se llega hasta al concejo con el mismo nombre que el queso, Cabrales. Aquí, el río importante es el Cares.
Las condiciones ambientales en que madura el cabrales provocan la proliferación de ese moho que lo caracteriza. Lo elaboran los ganaderos con leche cruda de vaca o con mezcla de dos o tres clases, entre vaca, oveja y cabra.
Nos acercamos al totémico Naranjo de Bulnes. Una de las imágenes que encandilan y más se le asocian es la de escaladores colgados en la cara oeste del Naranjo de Bulnes (2519m). Deportistas que se han marcado el reto de escalar esta pared vertical de 500m y, dada su longitud, tienen que pasar la noche pendiendo en el muro.
De Arenas de Cabrales a Poncebos: Remontamos el río Cares durante unos 6km y llegamos a Poncebos. Ahora accederemos al macizo, a la Peña, que es como le llaman los lugareños. Vamos a Bulnes. Podemos hacerlo a través del interior de la Garganta del Cares (Canal del Texu), o bien en el funicular de Bulnes.
A pie: Desde el puente de la Jaya, se sigue el recorrido del canal del Texu. El camino, en zig-zag, va salvando desnivel. Siempre junto al arroyo, que igual que las extraordinarias panorámicas nos acompañan en todo el recorrido. Y puede que nos acompañe alguien más: alguna cabra de las que no dudan en subir saltando y a las que no les importan las piedras sueltas que abundan en el camino. Al finalizar la subida por el canal, nos encontramos con la salida del funicular.
Si hemos subido en el funicular, en 7 minutos, habremos ascendido los 402m. El paisaje habrá cambiado súbitamente. Espectacular. Allí nos encontraremos con los que han subido a pie y solo nos quedará un agradable paseo llano para llegar a Bulnes, una aldea en plena montaña con solo unos 30 habitantes por la que, históricamente, han pasado montañeros para coronar el Pico Urriellu, el anaranjado. Antes de que se construyera el funicular (2001), la única forma que tenían los habitantes de Bulnes para acceder desde el valle a sus casas o a la inversa era recorriendo el camino del canal del Texu. Para ellos, antes, una necesidad. Para los visitantes, una excursión (de unas 2 horas) de las más populares en la zona.
Bulnes es bucólico. Casas de piedra adornadas con flores en sus ventanas para que su color ilumine aún más el paisaje presidido por las impresionantes montañas de caliza. En Bulnes hay bares muy preciados por su gastronomía y su sidra artesana. Lugares donde conversar, reír y trazar nuevas rutas.
Bulnes no es la única aldea que se ha beneficiado del funicular. Sotres, por ejemplo, es otra de las aldeas que estaban aisladas antes de su construcción.
Garganta del Cares
Esta garganta separa los macizos Oeste y el Central. La ruta de ida y vuelta entre los pueblos de Poncebos (Asturias) y Posada de Valdeón (León) es de unos 24 km.
A la ruta del Cares se la llama también la de la Garganta Divina, en parte por su belleza botánica. Es una espectacular senda en un no menos espectacular entorno. Sigue el profundo desfiladero que el curso del río Cares ha tallado en el macizo y atraviesa montañas por paredes verticales y cruza túneles y puentes. En todo momento, se ve el río Cares, el fiel compañero de ruta.
El camino discurre a poca altura. Así se resguarda del clima extremo de las zonas altas. Esta característica junto a la moderación de su desnivel, hacen que sea ideal para practicar senderismo.
Potes
Ahora estamos en Cantabria. Potes es un punto central para el valle de Liébana
Un río vuelve a ser el protagonista. En este caso, el Deva que, con los años, ha ido excavando el desfiladero de la Hermida.
En la entrada del valle, se erige, imponente, la iglesia Santa María de Lebeña. Está rodeada por viñedos, que dan excelentes frutos gracias al microclima que influye en la zona. A continuación, nos encontraremos en Potes, presidido por la Torre del Infantado. (siglo XV), su emblema arquitectónico.
Y aquí volvemos a oler a queso. En este caso, los ahumados de Aliva y Lebeña y el picón de Treviso.
A unos 3 km, en el municipio de Camaleño, a 410 msnm y en la ladera norte de la sierra de la Viorna, se alza el monasterio franciscano de Santo Toribio de Liébana. A comienzo de cada Año Jubilar Liébano (cuando la festividad del patrón, el 16 de abril, cae en domingo), abre su puerta para recibir a los peregrinos.
El monasterio de Santo Domingo de Liébana fue declarado Monumento Nacional en 1953 y, junto con Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz es uno de los lugares santos del cristianismo. Junto al monasterio, se encuentran la Cueva Santa, de estilo prerrománico, las ruinas del Santuario de Santa Catalina, la Ermita de San Juan de la Casería (siglo XVI) y la Ermita de San Miguel (siglo XIII).
Y, de nuevo, alturas y plena montaña que no podemos dejar de visitar: Fuente Dé, donde nace el río Deva, en pleno corazón de los Picos de Europa.
Podemos ir en el teleférico que une la localidad de Fuente Dé con el Mirador del Cable. Salva un desnivel de 753m y sitúa al viajero a 1823 msnm en tan solo 4 minutos. Este teleférico fue inaugurado en 1966 y enseguida se convirtió en motor económico de la comarca atrayendo turismo.
Desde el Mirador del Cable, la vista abismal sobre el Circo de Fuente Dé, valles y crestas que son reto y leyenda constituye un verdadero espectáculo. Se pueden admirar todas las cumbres inmediatas del Macizo Central de los Picos de Europa, así como las más lejanas de la Cordillera Cantábrica.
Los Picos de Europa, se admiren desde donde se admiren y sea la hora del día que sea, son una verdadera maravilla.
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