Toro, un laberinto de bodegas y arte
La ciudad zamorana tejió bajo tierra, a lo largo de los siglos, un laberinto kilométrico de bodegas que miran al Duero. Y, sorteando su compleja orografía, un soberbio patrimonio con aroma regio acorde a su colegiata románico-gótica, la joya por excelencia, que se despierta cuando cae el sol.
El breve paseo que separa la Torre del Reloj de la Colegiata de Santa María la Mayor, condensa el pulso de Toro: una ciudad tranquila que, con llamativa prudencia, concentra un conjunto monumental que delata su importancia histórica, cuando entre los siglos XII y XVI fue sede real y de celebración de las Cortes. Un enclave en la vega del caudaloso Duero que, a juzgar por sus pequeños negocios repletos de reclamos gastronómicos de la zona, lleva muy a gala su vieja alma de vino rescatada, desde 1987, por la Denominación de Origen de Toro.
Y tras Berlín, un guitarrista y dos monjas de clausura
Siguiendo la estela de la primera Lange Nacht der Museen que tuvo lugar en la capital alemana en 1997 y que, desde entonces, se ha replicado anualmente en diferentes países del mundo, Toro decidió protagonizar, desde 2022, su particular Noche Blanca del Patrimonio Toresano. Si bien la treintena de monumentos históricos se pueden visitar a lo largo del año, se agradece acceder a todos ellos desde que atardece hasta bien entrada la madrugada, en un solo día, con la compañía de solistas o grupos musicales que amenizan la atmósfera con más o menos acierto.
En esta noche cultural, el Real Monasterio de Sancti Spiritus ha roto la belleza de su silencio. Si bien la algarabía de familias y amantes del arte desordenan la calma de su Sala Capitular o del coro que custodia el sepulcro, en alabastro, de una plácida Beatriz de Portugal, reconforta ver que hay quien se emociona y aprecia la nave única de su iglesia, coronada por un espectacular artesonado mudéjar, en madera de pino, que data de 1346.
Su altar mayor, con cubierta morisca y policromía original del siglo XV, tampoco tiene nada que envidiar. Lo cierto es que el murmullo de la presente edición de la Noche Blanca no eclipsa la armonía que se respira en su claustro florido, donde el ilustre toresano y compositor, Jesús López Cobos, descansa en paz entre el trino de los pájaros.
Además de su hospedería abierta al público bajo reserva, el monasterio de las monjas dominicas puede visitarse con guía. No obstante, el lujo es poder escuchar, una vez al año, los acordes de un guitarrista en este edificio secular o conversar de lo divino, y lo humano, con la Madre Priora y con Sor Lola. Mientras atardece, esta licenciada en Filosofía nos cuenta, con una sonrisa, que con 24 años cambió su trabajo y el caos de Madrid por una vida de obediencia y clausura. Elaboran, por cierto, unos dulces riquísimos.
Recovecos de vino y albero BIC
Tapial, madera y ladrillo de tejar hilvanan, desde 1828, uno de los cosos taurinos más antiguos y bonitos de España, incluido desde el 21 de febrero de 2010 en la Unión de Plazas de Toros Históricas. Con independencia de controversias, su datación anterior a 1850 y la belleza sencilla de sus tendidos y balconcillos cubiertos, contribuyeron a que fuera declarada, en 2008, Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. De noche se aprecia el encanto de esta arquitectura popular inaugurada por Fernando VII y, de día, su restauración minuciosa y el reflejo de las tejas ondulantes de su tejado: una curiosa puntilla de sol y sombra que redibuja el albero. Curiosa son también sus bancadas corridas de madera que, en esta tierra de vinos, se asemeja a los sarmientos nudosos de una cepa.
El subsuelo toresano es una poesía de embrollos inspirado en el cuerpo curvilíneo de la vid. Cada casa, noble o humilde, cada palacio, cuenta con su propia bodega subterránea. Algunas ellas, dicen en el pueblo, desembocan en el Duero e incluso están interconectadas. La de la Cámara Agraria, la antigua bodega de la Cofradía de Labradores, es la Niña Bonita de Toro desde 1652. Y la que yace bajo el suntuoso Palacio de los Condes de Requena del siglo XV, de origen gótico y con un espectacular patio renacentista, custodia el archivo histórico de la Denominación de Origen, con todas las muestras de su certificación desde 1987. Fuera, en tierra firme, los respiraderos o zarzeras recuerdan que en el subsuelo el vino duerme a una temperatura constante de entre 13º y 14,5º.
Antes de emprender el camino hacia la joya de la ciudad, conviene colarse en una de las tiendas gourmet de su paseo principal. Una de ellas es Casa Gorosabel, donde el matrimonio conformado por Belén y Manolo, tras varias generaciones dedicadas al arte de los ultramarinos, orienta desde hace 25 años sobre los mejores productos made in Zamora para llevar a casa: el vino, el queso, la miel de Aliste o el delicioso chocolate de Toro, no faltan en la calle Puerta del Mercado 37.
La música del Apocalipsis también es roja
El cimborrio de la colegiata es el faro visible que ilumina esta localidad cercana a las 9.000 almas. Dentro, la Portada de la Majestad, antaño al aire libre y ahora cubierta, deja sin palabras.
Su policromía destaca por su color a frutas rojas que, dependiendo de la hora del día y de la luz que incida desde el exterior, tira a rosado. Entre sus arquivoltas, un extraordinario trabajo escultórico en miniatura suena a melodía gótica y celestial: desde el siglo XIII, los Ancianos del Apocalipsis, en torno a la manifestación de la divinidad de Cristo, tañen en espejo diversos instrumentos musicales de la época. No olvidemos que en aquel pasado donde pocos sabían leer y escribir, el arte tenía una función aleccionadora. Y esta portada lo es. Por ello, en el parteluz, la Virgen María sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús y, en la mano derecha, una piña que simboliza el conocimiento, los frutos y la unión del pueblo en torno a Dios.
Antes de abandonar el templo, merece la pena subir las 138 escaleras de caracol que desembocan en el campanario. Compensa la panorámica de su puente Mayor del siglo XII, sobre uno anterior románico, y la tierra rojiza de sus montañas escarpadas, testigos del nacimiento de Juan II de Castilla o de la contienda librada entre los partidarios de Isabel la Católica y Juana la Beltraneja. Las batallas que ahora se libran en Toro son de vino.
Lali Ortega Cerón